Los americanos no lo permitirán

En los últimos meses, he escuchado a varios amigos mexicanos comentar que lo que ha estado sucediendo en su país desde finales del 2018 no sigue la ruta hacia una dictadura. Y es que les ha ocurrido como en el experimento donde se pone una rana en agua a temperatura normal y esta se va calentando lentamente, sin que la rana se dé cuenta, hasta que la mata. El síndrome de la rana hervida, así se llama.

Eso es lo que les han estado aplicando a los mexicanos desde 2018 y ahora, ya con el agua a punto de hervir, es increíble que solo unos pocos se percaten de su nueva realidad. El presidente Andrés Manuel López Obrador terminó su período con fama de destructor. Fama bien ganada, claro está. Pero eso no es lo más importante.

AMLO, como se le conoce, no solo destruyó la democracia mexicana, que como todas no era perfecta, y que, como se ha visto, era bastante débil. Dejó iniciado un proceso de construcción de un Estado totalitario en el que su círculo familiar y  cómplices cercanos (de la mano de los cárteles, que hoy ya no se dedican solamente al tráfico de drogas) tendrán un control omnímodo sobre ese bello país.

El viejito ya no es presidente, dicen que se la pasa viajando entre su rancho en Tabasco y La Habana. Coincidencias, claro. Dejó en su puesto a una fiel pupila llamada Claudia. Más ecuánime en el carácter, pero igual de férrea en la misión que le encargaron, e incluso más en el dogma del soñado proyecto socialista. 

 Veamos algunos hechos que muestran cómo se ha ido calentando el agua:

• La coalición gobernante recibió aproximadamente el 60 % de los votos en la elección de 2024. Pues bien, se hicieron con el 73 % de representación en el poder legislativo, lo que les da una mayoría absoluta, contra la que la oposición no puede hacer nada. Y, como les faltaba un voto, cooptaron a un corrupto diputado de otro partido. No importa el método, importa el resultado.
• Se hicieron con el control de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. De ser independiente, ahora pertenece al Estado. Al frente impusieron a la hija de una conocida troskista.

• Desaparecieron a los independientes órganos de control y transparencia, en comunicaciones, bolsa de valores, energía, transparencia gubernamental, etcétera. Ya nadie los vigila.
• Aprobaron una ley que pone el sector de comunicaciones a merced del Estado.
• Los principales periodistas críticos a AMLO y su sucesora viven ahora en el extranjero. Están exiliados, pero ellos todavía no lo perciben así.
• La señora Claudia les da protección a todos los gobernadores, senadores, diputados y alcaldes que están acusados de colusión con los cárteles, incluso con evidencias a la vista.
• Hablando de alcaldes, Rosa María Alcalde, hija de un amigo cercano a AMLO, es la jefa del partido en el poder. Su segundo es un hijo de AMLO que pinta para ser candidato presidencial.
• Desaparecieron al Poder Judicial. Allí dicen que solo le quitaron su independencia democrática. Yo digo que lo desaparecieron e impondrán otro al servicio del Gobierno... y de los narcos.
• En política exterior, el amor es con Cuba, Venezuela, Nicaragua, Colombia, Rusia y sus parecidos. 

En resumen, México hoy tiene una presidenta de corte autoritario e ideas radicales de lo que llaman la izquierda. Tiene un poder legislativo sumiso al jefe de la presidenta, y ya no existe poder judicial independiente. Los medios de comunicación están coartados y muchos al servicio del nuevo régimen.

Y ante estos hechos consumados, mis amigos dicen: "Los americanos no van a permitir que México llegue a lo mismo que Cuba o Venezuela". Que si Trump esto, que si Trump lo otro. Sigan esperanzados.

Eso dijeron en su momento tanto los cubanos como los venezolanos, y miren como están.

 No digan que no les advertí.

 Las ranitas siguen nadando, por ahora. La hornilla, el asador, sigue prendido.