jueves, 13 de noviembre de 2025

Recuperar la normalidad, es decir, volver a la miseria

 

Foto: Periódico Cubano

Hace como un mes les escribí un post titulado “Se cae a pedazos”. Ya saben de qué se trata: de esa isla que se estaba cayendo a pedazos. Lo escribí antes de que el huracán Melissa arrasara el oriente cubano.

📺 Si no me quiere leer, véame, pero es peor. → Ver el video aquí

Hace dos semanas que pasó el huracán Melissa. Hemos visto durante estas dos semanas a la Junta Militar de Barrigones hacer lo que mejor saben hacer. Es decir, no hacer nada en beneficio de los cubanos.

Incluso antes de Melissa demostraron su ineptitud. No pusieron en práctica ningún plan efectivo de prevención. Sabían que el huracán arribaría a la isla días después de que había sido afectada por torrenciales lluvias.

Se les advirtió que la llanura alrededor del río Cauto estaba saturada del agua de esas lluvias. Y no hicieron nada, solo lanzar consignas desde su poltrona acojinada.

No hicieron nada en favor de los habitantes de aquella región. No repartieron agua ni alimentos, ni carbón, que es con lo que cocinan los más favorecidos en aquel primitivismo.

No solo no repartieron nada para que la gente tuviera algo que comer y tomar después del desastre. No, cortaron el servicio eléctrico medio día antes de la llegada de Melissa.

Así se ahorraron no sé cuántas toneladas de combustible, tanto en las termoeléctricas como en los camiones para repartir ayuda. Al fin y al cabo, antes de Melissa tampoco había luz ni agua.

Pasado el huracán no hubo rescate efectivo de las víctimas. Los rescates que vimos son los que ellos mismos filmaron y exhibieron: rescatados dando vivas a la “revolución” dentro de un helicóptero destartalado.

Centenares de miles de personas quedaron aisladas, con sus chozas derrumbadas, inundadas; carreteras y puentes desaparecieron bajo la fuerza del agua, luego de décadas sin mantenimiento.

 

Foto: CiberCuba
 

A los varios miles que evacuaron los metieron en albergues precarios, sin condiciones de higiene ni alimentos suficientes. Sufriendo lo mismo que sufrían antes de Melissa, pero ahora hacinados.

Pasó el tiempo del rescate que no hubo y correspondía iniciar la reconstrucción. No la ha habido y tampoco la habrá. El Barrigón número 1 —cabeza visible de la Junta Militar— ha ido dos o tres veces a la zona de desastre, bueno, a la zona afectada, puesto que no se ha ensuciado ni sus botas.

No ha llevado nada de ayuda, que es como los tiranos y los populistas se lucen. Con su impoluta panza se baja de su jet ejecutivo a aleccionar a los damnificados y decirles que no tiene con qué ayudarlos.

Impoluta tendrá su camisa, pero muy manchada su alma.

Luego se regresa a La Habana a seguir hablando tonterías, a hacerle un juicio amañado al que hasta hace unos años era su cómplice en el oficio de mantener jodidos a los cubanos, y así desviar la atención de su palpable fracaso en todos los sentidos.

Los cubanos del oriente de la isla están abandonados. La poca ayuda que llega desde el exterior no es entregada con eficiencia o se la venden a los damnificados.

La Junta Militar de Barrigones Ineptos no tiene la capacidad, y al parecer tampoco las ganas, de ayudar y recuperar lo perdido en esas provincias.

Recuperación que no crean que sería una recuperación normal, un regreso a la civilización. Recuperar la normalidad en Cuba —es decir, recuperar lo devastado por Melissa— sería regresar a la misma miseria en la que sobrevivían los orientales cubanos antes del huracán.

Recuperarse sería volver a tener un techo con goteras, un piso de tierra, un baño sin agua, un basurero fétido en la calle, un hospital sin médicos ni medicinas, un cementerio lleno de moscas, un transporte público fantasmal o un niño sin leche.

Recuperarse sería volver a todo eso, porque los virus desconocidos no se han ido. Al contrario, están saturando esos cementerios llenos de moscas y de cubanos.

Pero ni esa magra recuperación pueden, o quieren, emprender los Barrigones. Las líneas de transmisión de electricidad que están arreglando son para abastecer sus hoteles. De paso, de carambola, beneficiarán a los cautivos.

Lo mismo con las carreteras y puentes: los arreglarán según sus intereses, para llevar turistas a sus hoteles. De carambola beneficiarán a sus cautivos.

Ni recuperar la normalidad —la normalidad de miseria en la que vivían— parece posible. Los Barrigones no tienen con qué, y si lo tienen, no lo gastarán en los cubanos afectados. Es dinero de ellos, no del “pueblo” que dicen defender.

Tampoco es que les importen mucho sus cautivos, tampoco que los cautivos les exijan mucho.

Ya hasta agradecen el regreso de los apagones programados.

 

Foto: CiberCuba
 

Casi sesenta y siete años de totalitarismo, que de comunista pasó a capitalismo de casta, han llevado a aquel antiguamente próspero país a un callejón sin salida.

Un país que ahora se sigue cayendo a pedazos.

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