viernes, 14 de noviembre de 2025

Valiente sin techo

 

Me ponen, a la hora de la merienda en la oficina, un video del programa de Alexander Otaola en el que sale un negro cubano. Un negro joven, un tipo apuesto, a primera vista saludable.

📺 Si no me quiere leer, véame, pero es peor. → Ver el video aquí

Un negro que se filma él mismo, filma su casa, su casa sin techo, descojonada por la miseria que le han impuesto los Barrigones que desgobiernan el país en el que nació.

No solo eso: a los pocos segundos percibes algo en su tono de voz, en su forma de hablar. Algo raro, diferente.

Pensé que era porque su casa no tenía techo, porque lleva dos semanas sin techo, le llueve sobre mojado, y además tiene hambre y sed. Como el resto de sus vecinos.

Pero no, habla así porque el 11 de julio de 2021 salió a la calle a pedir libertad, como miles de sus compatriotas. Y como miles de sus compatriotas, fue reprimido por los esbirros de la Junta Militar de Barrigones que desgobierna su país.

“Me dieron una golpiza (...) que me dejó temblando —dice—. Me rompieron el nervio central se señala la cabeza, y tengo una esclerosis múltiple”.

Le jodieron la vida a un negro joven. Negro decente, un tipo guapo, en el sentido de belleza.

Guapo, también, en el sentido cubano: guapo de valiente. Salió a pedir libertad y está pagando el precio de la represión.

Su casa sin techo no está en la cumbre de un cerro en la Sierra Maestra. Tampoco está en un ranchito de Yara aislado por la crecida del río y el derrumbe del puente. No, su casa está en el centro de Santiago de Cuba, la segunda ciudad más grande de lo que queda de la isla de Cuba.

Le jodieron su salud por pedir libertad. Dice él que está sancionado. No ha recibido ayuda, mientras que los hijos de puta de los Panzones se filman en televisión nacional entregando unos paquetes de espaguetis, sacándolos de un van diminuto.

Son unos miserables y unos desalmados.

Como les dije ayer, los damnificados por el huracán Melissa están desamparados.

Como les he estado diciendo durante el último mes, todos los cautivos que quedan en esa isla están sobreviviendo en medio de una catástrofe humanitaria: virus mortales, hospitales inservibles, sin servicios públicos esenciales, sin alimentos, sin industrias, sin agricultura, sin agua, sin luz, sin alimentos.

Solo represión y el juicio al Gil de turno. Es un Estado fallido.

Al parecer, Otaola es una persona polarizante —lo presencié en mi oficina—, unos a favor, otros en contra del individuo. A mí me da igual.

Todo el que exponga la catástrofe humanitaria cuenta con mi apoyo.

El negro Israel vive en el centro de Santiago de Cuba. Sobrevive sin techo, en medio de unas paredes rajadas. Vive en la miseria.

No ha recibido ayuda del Estado que lo reprimió. El mismo Estado fallido que tiene sumido a todo el país en una epidemia que no reconocen, pero cuyos cautivos mueren por cientos.

 


Mueren por virus generados en la miseria, en la basura acumulada que el Estado fallido no recoge. Mueren porque los hospitales están colapsados, y ya muertos llegan, ya descompuestos, a cementerios que parecen medievales.

Admiro a Israel, al Estado democrático también, pero me refiero al negro valiente, Israel de Estrade Viola.

Cuba libre y próspera necesita, y necesitará, muchos cubanos como Israel.

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