jueves, 23 de octubre de 2025

Se cae a pedazos

Foto: CiberCuba

Antier se cayó un poste de concreto en una céntrica esquina de Santiago de Cuba. Un poste con líneas eléctricas y de comunicación. Pasaron muchas horas para que aparecieran las autoridades, y no sé aún si ya lo repararon.

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Al fin y al cabo, por ese poste casi no se transmitía electricidad, pues los apagones son constantes. Y las comunicaciones de Etecsa, el monopolio estatal, además de caras, fallan continuamente. Gracias a Dios no hubo víctimas. Víctimas en el sentido más estricto de la palabra, pues todos los vecinos de la zona están sin luz y sin teléfono, víctimas del socialismo en su colapso.

El pobre poste también fue víctima del socialismo en su colapso, colapso literal. Evidentemente fue fabricado con concreto que no cumplía las especificaciones requeridas. Según los vecinos, el poste estuvo años anunciando que su concreto se estaba desmoronando. Pobre poste, se suicidó, cansado de tanta indolencia socialista.

Pasaron años: ni la empresa eléctrica ni Etecsa movieron un dedo para repararlo o reponerlo. Hasta que se derrumbó. Como se les está derrumbando todo lo que queda de ese país.

No solo se les derrumba, se les inunda. En un país sin combustibles, el poco que hay se les derrama, como en el accidente de una pipa con 31 000 litros de petróleo que se volcó en una carretera de Matanzas, cerca de donde se les quemó la terminal de supertanqueros hace unos años.

Es un desastre. Como les decía hace unos días, es Gugulandia: accidentes viales en un país sin vehículos. Quinientas dos muertes en los primeros ocho meses de 2025. Comprensible, pues casi la totalidad de esos vehículos son frankensteins armados chapuceramente, sin ninguna norma de seguridad, como las de los países civilizados.

Un trabajador de la famosa termoeléctrica Renté, famosa por fallar un día sí y otro también, murió de quemaduras mientras trabajaba con esas chatarras. Otro fue cocinado por una tubería de vapor en la misma Renté.

El dengue, el chikunguña, el oropouche y sepa Dios cuántos otros virus se deleitan matando a personas mayores y a niños en el país donde los Barrigones exportan médicos esclavos. Hace unos días murieron al menos siete niños en menos de veinticuatro horas.

Los hospitales, abarrotados de enfermos y vacíos de medicinas y de médicos. Las medicinas las mandan a Uganda a cambio de maíz y frijoles, mientras las tierras de la isla se llenan de marabú.

Y los médicos andan recolectando dólares por todo el mundo, dólares de los que solo reciben migajas, mientras sus paisanos agonizan en las sucias salas de los hospitales de la isla que vendían como “potencia médica”.

Luego salió el Barrigón número 2, Marrano o Marrero, no recuerdo, a decir que la crisis sanitaria puede ser controlada, pero que no tienen insecticidas ni combustible para fumigar. Ayer hablábamos de los 23 millones de dólares que les acaban de regalar los vietnamitas. Apuesto a que no los van a usar para fumigar.

Y es que el problema no se resuelve con fumigar. Incluso si fumigan y matan a una generación de mosquitos, tendrán otra a los tres días, nacida en los basureros que ahogan las calles. O criándose en los baches y las aguas albañales que convierten las calles en canales de Venecia, pero con agua podrida.

 

Foto: Periodico Cubano
 

Incluso si fumigan, los hospitales seguirán sin medicinas ni médicos. Con baños que parecen manantiales de excrementos. Sin agua corriente, sin servicio eléctrico, sin insumos. Sin esperanza.

En Alquízar desapareció un niño de cinco años y apareció muerto. Se cayó en un pozo. En Cárdenas, un joven ebrio o drogado asesinó a puñaladas a un empleado de una cafetería. Los feminicidios son cada tercer día. Violencia y muerte, que avanzan ante el retroceso de la civilización.

Y ellos, los Panzones, en reuniones, solucionándolo todo. Como Nerón tocando el arpa mientras Roma se quemaba. Los Barrigones dando muela cuando lo que queda del país colapsa sin remedio.

Tienen a lo que queda de Cuba como ese poste santiaguero: cayéndose a pedazos y a punto de colapsar.

Ellos hablan y hablan, como tontorrones, mientras los ancianos y los niños mueren por su indolencia e ineptitud.

 

Foto: Granma
 

¿Hasta cuándo seguirá el colapso? Hasta que el dolor de esos hijos que ven morir a sus padres y de esos padres que ven morir a sus hijos supere a su miedo.

Hasta ese día, o esa noche. Mientras, seguirán cayendo como ese poste. Vencidos por el socialismo barrigón.

Cayéndose a pedazos.  

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