Antes de que, en 1959, los cubanos le entregaran su destino a un joven Orate barbudo, en Cuba no había escasez de carne; bueno, no había escasez de nada. Internacionalmente Cuba no se metía en nada, se dedicaba a lo suyo: trabajar para ganarse la vida, rumbear el fin de semana y tener una existencia tranquila. Algo así como Dominicana o Puerto Rico.
La incursión más importante de cubanos en una guerra en el exterior había sido en España durante la Guerra Civil, del lado republicano. Eran unos 1300 jóvenes revoltosos y apasionados; hasta Rolando Masferrer, personaje del que hablaremos algún día, andaba por allá como comisario político comunista. Cubanos invadiendo España con las armas en la mano, ahora lo hacen con los pasaportes de la ley de nietos.
Pero en la década de los 50, Cuba pasó de ser un país relativamente pacífico a uno revoltoso. Tenía a un Orate y su pandilla en las montañas, con muchos de sus seguidores en las ciudades. Y muchos, aburridos de la rutina de trabajar para ganarse la vida, rumbear el fin de semana y tener una existencia tranquila, querían un cambio.
Y llegó el Orate, en 1959, y les dio un cambio. Y vaya qué cambio. En poco más de tres años ya tenían un racionamiento de alimentos y de productos de consumo, trabajaban para el Estado, rumbeaban cada vez menos y no tenían una existencia tranquila. Hasta cohetes nucleares tenían, bueno, no los cubanos, los soviéticos que usaban su isla como base militar.
Y guerras, miren que al Orate le gustaban las guerras. Desde el propio 1959 empezó a enviar cubanos, ahora sus cautivos cautivados por su personalidad, a todos los rincones del mundo a meter las narices y sus pechos en conflictos en los que, en tiempos antes del Orate, solo se enteraban por los periódicos.
Los mandó a Argelia, Siria, Líbano, Venezuela, Nicaragua, Mozambique, Angola, Congo, Etiopía, Yemen, Vietnam y un montón más. Léanse mis posts sobre el cesarito del Caribe.
El cesarito del Caribe: de abusador a humillado
El cesarito del Caribe: abuso naval
El cesarito del Caribe: Operación Pico
Para el Orate, los cautivos eran peones de su megalomanía. Megalomanía pagada con subsidios soviéticos. Subsidios que le mantenían medio funcionando el timbiriche en que convirtió la antiguamente próspera isla de Cuba y que le sufragaban las armas con las que invadía esas naciones.
Los soviets ponían los fierros, el Orate ponía la carne. La carne de sus cautivos.
Cuando finalmente estiró la pata, victorioso —puesto que hizo en su nefasta, para nosotros, vida, todo lo que le dio la gana—, dejó a la isla en condiciones paupérrimas. Quizás lo hizo a propósito, quizás por inepto; sus verdaderas intenciones nunca las sabremos, solo conocemos sus resultados.
De prometer en 1960 que bajo su liderazgo comunista totalitario Cuba iba pronto a exportar 50 000 toneladas de carne de res congelada —léanse Se acabó...— terminó exportando carne humana, carne de cañón.
Hace dos días leí, y vi, en Noticias Martí —que por fin desde hace algún tiempo salió de su letargo gracias a su nuevo liderazgo— que ahora, en tiempos de la Junta Militar de Barrigones, hay veinte mil* cubanos sirviendo como mercenarios, del lado ruso, en la guerra de Ucrania.
En tiempos del Orate, al menos la carne de cañón obedecía a militares del propio Orate. En tiempos de los Barrigones —es que los Panzones son tan insignificantes— la carne de cañón es enviada a ser mandada por rusos. ¿Entienden la diferencia?
Si antes eran carne de cañón, ahora son carne de matadero. Carne rusa, como aquellas latas muy apreciadas en los años 1970. Los rusos mandan a estos infelices —y tontos del culo por estar allí— a las misiones más suicidas. Los usan como señuelos, como carnada. Y mueren y mueren, desaparecen.
Qué paradoja: el Orate bautizó de mercenarios a los valientes de la Brigada de Asalto 2506. Eran cubanos que lucharon por restaurar la libertad y regresarles a los cautivos la condición de ciudadanos con derechos. Hoy, el régimen que heredó su desastre exporta mercenarios a una guerra de invasión de una dictadura a un Estado democrático.
Los Barrigones son buenos en exportar carne humana: exportan mercenarios, exportan brigadas de médicos y adoctrinadores —otra forma de ser mercenario—, exportan a cientos de miles de cautivos a cruzar fronteras y hacer vida en otros países para que empiecen a mandar dólares y euros a los que en la isla siguen secuestrados.
Hoy la isla está a oscuras, hundiéndose en basura, derrumbándose a pedazos, vacía de jóvenes y llena de hambrientos. Antes de la llegada del Orate, en 1959, los cubanos se dedicaban a lo suyo: trabajar para ganarse la vida, rumbear el fin de semana y tener una existencia tranquila. Pero querían un cambio.
Hoy los nietos de aquellos que querían un cambio son carne de cañón de un dictador extranjero al otro lado del mundo. Mueren por 2000 dólares, que quizás tampoco les paguen.
Durante la Guerra Civil española, un millar de jóvenes cubanos fueron a pelear en tierra extranjera. Lo hicieron por voluntad propia, viajaron libremente. Casi cien años después, decenas de miles de cautivos de la misma isla, ahora empobrecida, pelean como mercenarios en otra tierra más lejana.
Pobre Cuba.
* Ojalá sea tan cierto como los veinte mil que, según la revista Bohemia, murieron en la guerrita contra Batista. Una mentira colosal.
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