jueves, 5 de junio de 2025

La Reconquista



Multiculturalismo, igualitarismo, colectivismo, tolerancia, humanismo, clamaban y claman, pero no es más que una guerra entre civilización y barbarie.

                                                                                Juan Abreu*

 

Hace unos días, un violento motín siguió a la celebración del final de una de las tantas copas futbolísticas de Europa. Las turbas de magrebíes, africanos, árabes y muchas otras tribus que odian y desprecian a la civilización occidental se lanzaron a las calles francesas a destruir comercios, quemar vehículos y arrojar cócteles molotov a la policía.

Así como veo a los jóvenes de las generaciones que me suceden, veo también a Europa. Se ha impuesto una cultura de debilidad, de imponer una cultura foránea sobre la propia, de respetar más los derechos de un africano recién llegado que los de un francés o un español que ha currado durante décadas.

Pero ¿cómo no van a ser débiles, si en las escuelas les enseñan que su cultura, sociedad, religión e historia son inferiores a las de otras regiones? Peor aún, que son culpables de la mayoría de los males del planeta.

Les inculcan eso aplicando un igualitarismo que premia la mediocridad. Como aquello de que lo importante no es ganar, sino participar.

Y este hongo no brota solo en los jóvenes. Tengo amigos de mi edad, profesionales, a los que noto perfectamente conformes porque su ciudad esté cada vez más invadida de inmigrantes. Es una actitud sobre la que ya conversamos en estas páginas.

Y me molesta, no porque sean inmigrantes —yo en parte lo soy, pues soy exiliado—, sino porque llegan y no mueven un dedo para integrarse a su nueva sociedad, la que los recibe con los brazos y las chequeras abiertas.

Muchos no intentan ni hablar el idioma. No son solo ellos; los cubanos de este lado del mar también padecen de ese mal, pero de eso hablaremos otro día.

Peor aún —y lo vimos en la dizque celebración-sublevación futbolística— llegan, tienen hijos, muchos, con una tasa de natalidad que duplica a la de los nativos, y en vez de educarlos en los valores del país donde nacieron, les inoculan el odio y el resentimiento hacia todo lo que signifique libertad y tolerancia.



Todo esto bajo la mirada —y el impulso— de los mediocres políticos que esta era mediocre ha producido. Te prohíben fumar en cualquier sitio público, pero no das dos pasos sin ver a un grupo de vagos disfrutando de una humeante shisha, o sin tropezar con dos bocanadas de marihuana recién salida del adorable pulmoncito de uno de estos tolerantes e intachables ciudadanos.

Ya son cuarenta y cuatro millones de musulmanes los que viven en Europa. Cada año arriba otro millón. Súmenle los que nacen. "Será el vientre de nuestras mujeres el que nos dé la victoria", dijo Houari Boumédiène, amiguito del Orador Orate, en 1974.

Cuando una sociedad tiende hacia un extremo, llega un punto en que reacciona, muchas veces de manera violenta, hacia el otro. Ah, y ahora se pasarán todo el mes de junio manifestándose: "No a la guerra", "Contra el rearme". Por un lado, los islamistas, por el otro, el cabrón de Putin y sus cómplices. Pobre Europa.

En lo que ganan, aprovechemos para visitar el continente cuna de nuestra civilización, mientras todavía podamos beber una cerveza o comernos un buen pedazo de jamón.

Pero, primero, cerciórense de no coincidir con una final de fútbol.

 

                                


Posdata: Como sé que va a salir alguno de los multiculturales a tildarme de racista o xenófobo, primero les diré que yo no vivo en mi país por culpa de un sistema totalitario. En mi caso se llamaba comunista. Desde entonces sé lo que significa no ser libre y convivir con intolerantes. Tengo muchos amigos y clientes en el Medio Oriente, musulmanes todos, tolerantes y respetuosos, por lo que sé diferenciar entre una cultura y una ideología. Ah, y cocinan riquísimo, habibi.

 

*Juan Abreu es uno de los escritores corajudos de nuestros tiempos. Directo y sin rodeos. Esa generación, la del Mariel, aún no ha sido valorada como se merece. Llegará el día.

Usted puede disfrutar los diarios comentarios de Abreu en su blog Emanaciones.

1 comentario:

  1. Omar, a Juan Abreu lo sigo hace tiempo, él y Néstor Díaz de Villegas me gustan como escriben. A Juan lo leo todas las semanas en Vozpópuli, me alegra que a través de este blog se pueda entrar al suyo.
    Al tuyo entro a diario, también estoy leyendo tu libro. Saludos, Tania

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