En ocasiones anteriores, les he relatado sobre la “salación” de los cubanos, la “salación” que tiene Cuba arriba. Y también les he dicho cuánto me gustaría compartir noticias alegres, agradables. O no tener la necesidad de compartir noticia alguna, porque eso significaría que Cuba es un país “normal”, que los cubanos disfrutan de una existencia normal.
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Como República Dominicana o Costa Rica. ¿Cuándo escucha usted noticias de esos países? Casi nunca, porque sus ciudadanos viven una vida normal.
Pero los cubanos no. Los de la isla porque tienen la “salación” que les tiene impuesta la Junta Militar de Barrigones que desgobierna Cuba. Y los de aquí porque traemos a esa isla y su gente en el corazón, en el alma.
Antes de la devastación provocada por el huracán Melissa, ya los cautivos estaban de rodillas ante no sé cuántos virus desconocidos. Virus que los postran. Virus cultivados en los basureros que los rodean.
Sufrían ya de apagones de decenas de horas. Apagones diarios. La mayoría de ellos ya cocinaban, lo poco que tenían, con leña. Van a dejar a Cuba sin gatos, sin pitirres y sin un solo árbol. Como está Haití, aunque allá sí hay gatos y pitirres todavía.
Y les traigo todo esto porque cada madrugada “surfeo” por infinidad de sitios de noticias, no solo sobre Cuba, sino sobre el país que me acogió y sobre el mundo. Y en cada uno de los que visito, de los que tratan asuntos de la isla, lo único que encuentro son malas noticias, un día sí y otro también.
Hagamos un recuento breve:
— La mayor parte de las provincias afectadas por Melissa sigue sin servicio eléctrico.
— Todo el país sigue sufriendo interminables y repetidos apagones.
— El ocho de noviembre se descarriló un tren y dejó obstruida la principal línea ferroviaria de la isla.
— Días antes se había descarrilado otro tren, conocido como “El Espirituano”. — Ayer se volcó un autobús de los militares cerca de Mayajigua.
— Hace unos días, un camión conducido por un loco destrozó uno de esos cacharros andantes que allá se conocen como “almendrones”.
— Luego otro autobús, de turistas, dejó dos muertos y dieciocho heridos.
— Otro chocó con una carreta, dejó veintisiete personas heridas. (Y así sucesivamente: a diario hay accidentes mortales en un país en el que es casi imposible transportarse de un sitio a otro).
— Hace dos días se derrumbó un edificio matando a una madre con su hijo. Uno podría crear una página de internet que se llame CubaDerrumbe.
— La ayuda humanitaria que tanto dicen en la televisión de los Barrigones está llegando… no les llega a los damnificados, y cuando llega se la venden.
— Los feminicidios se han vuelto rutina.
— El consumo de drogas es tal que ya se ve gente, sobre todo jóvenes, drogándose en las calles.
— Hace dos días un grupo de jóvenes borrachos, en pleno día, detuvieron por media hora un ómnibus frente al Parque Central de La Habana.
— Dieciséis jóvenes que escaparon en una embarcación desde Niquero rumbo a Jamaica desaparecieron en el mar. Piense usted qué desesperación tendrían que decidieron escapar hacia un país también devastado por Melissa. Pero, a diferencia de Cuba, en Jamaica el gobierno sí está acometiendo una reconstrucción.
— Los mismos virus de los que le conté ya están por todo el país. No hay medicinas disponibles y los hospitales, excepto los que atienden a los Barrigones, están en ruinas.
— Cuando la sociedad civil se organiza para entregar donaciones, el régimen los limita o los reprime.
Y así, una mala noticia detrás de otra. Y eso que estoy mencionándoles una minúscula parte de todas las desgracias que afectan a los cubanos.
Tampoco olvidemos los miles de cubanos que languidecen en las insalubres mazmorras de esos Panzones. Cientos de ellos encarcelados por pedir libertad. Miles de ellos por intentar alimentar a sus hijos.
Cuba es hoy un laboratorio de los efectos que el socialismo totalitario y el capitalismo de casta, combinados, tienen sobre una sociedad.
Lo seguirá siendo mientras esa Junta Militar siga medrando sobre sus cautivos.
Un Estado fallido, genocida de cubanos.
El día en que los cubanos decidan dejar de ser “pueblo” y volver a ser ciudadanos, ese día se acaba esta “salación” que nos cayó hace sesenta y seis años.


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