sábado, 12 de julio de 2025

Los terrorristas acusando de terrorristas

 

 

La Junta de Barrigones que desgobierna Cuba desde que el Orate se hizo cenizas y se encerró en un pedrusco no se da cuenta de su ridículo cotidiano. Ridículo que nos daría risa si no tuviera consecuencias nefastas para los pobres habitantes de la isla cautiva.

El barrigón número 1 y su anexo en forma de mujer con mal gusto se la pasa viajando el mundo lloriqueando por donaciones y solidaridad. No todo el mundo. Solo lo reciben en el mundo periférico, no en el real.

Mientras, en la isla, sus minions andan en papel de tontorrones consuetudinarios. El de la electricidad dice que los paneles solares con que prometieron amenguar los apagones en este mes de julio no funcionan bien porque en el cielo hay nubes.

Otro panzón sale en televisión nacional, que nadie la ve porque los televisores funcionan con electricidad y no hay, prometiendo que en el futuro habrá arroz disponible, pues unos vietnamitas vinieron a enseñarles cómo sembrarlo.

Les digo, daría risa si la gente no se estuviera muriendo de hambre.

 

 

Y ya saben mi pensamiento: ellos no sabrán cómo producir un saco de arroz, pero en lo de reprimir son excelentes. Tan excelentes se creen que a veces llegan hasta el ridículo.

El más reciente lo hicieron en una pomposa conferencia de prensa, declarando como "terroristas" a un extenso grupo de cubanos y algunas organizaciones del exilio.

No crea usted que la extensa lista incluye a terroristas como los de Al-Qaeda o ISIS. No.

Los siniestros personajes a los que se refieren van desde varios de los llamados influencers, que lo mismo comentan sobre la represión en la isla que sobre la cría de conejos o las broncas entre dos "reparteros", hasta opositores como Orlando Gutiérrez Boronat, a quien hace diez años una turba de ellos mismos le dio una golpiza en Ciudad de Panamá.

Ellos, los Panzones, que son la "continuación" de la epidemia de miseria que nos impuso el Orate desde 1959. Orate barbudo que desde 1953 asaltó, en un ataque terrorista, un cuartel del ejército asesinando a varios soldados.

Bueno, él no, siempre fue cobarde. Nunca llegó personalmente al cuartel, pero su gente sí asesinó a esos soldados. Después acusaron a estos últimos de asesinos por responderles el fuego.

Luego, su gente siempre, él no, llenó La Habana de bombas, en cines y parques. Secuestraron aviones; uno se destrozó en el mar. Ya les conté.

En 1957, dos años antes de que los cubanos le entregaran su destino, su grupo secuestró al piloto argentino Juan Manuel Fangio. 

Sí, en aquel tiempo las carreras de Fórmula 1 no eran en Baréin o Miami, el Gran Prix era en La Habana.

 

 

En 1962, si hubiera tenido acceso al botoncito nuclear, hubiera volado al planeta en pedazos para sumirlo en una extinción catastrófica. Luego de eso, envió a sus agentes a poner bombas en Nueva York. Esto no lo he contado, pero pronto lo haré.

En 1983, después de que Reagan barriera el piso con su orgullo verde olivo, ideó un plan para bombardear la planta de energía nuclear que está al sur de Miami. Esta historia también se las debo.

Y así muchos más actos terroristas que durante su triste —para nosotros— existencia cometió.

Y ahora acusan de terroristas a gente que solo sabe hablar y hablar, mientras ellos protegen en su ruinosa Habana a terroristas reales, a asesinos reales, a gente que sí ha matado a otro ser humano por razones, o sinrazones más bien, políticas o ideológicas.

La lista es larga. La más conocida aquí es Joanne Deborah Chesimard, también conocida como Assata Shakur, asesina de un policía de Nueva Jersey en 1973.

También dieron y dan cobijo a secuestradores de aviones como William L. Brent y a estafadores como Robert Vesco, a quien después de robarle lo que robó lo encarcelaron hasta que murió.

Etarras, asesinos, también caminaron en paz por La Habana durante décadas.

Y no olvidemos que el Orate convirtió a su isla en campo de entrenamiento de cuanto grupo extremista impulsara en América Latina.

  

Las sesenta y dos personas y las veinte organizaciones que integran la ridícula lista deberían estar orgullosas de integrarla.

Significa que una junta de terroristas les teme. Algo estarán haciendo bien.

Los terroristas siguen siendo ellos. Y tienen miedo. Mucho miedo.

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