Durante los primeros sesenta y dos años que Cuba ha sufrido bajo la bota totalitaria que nos impuso el Orador Orate, y ahora mantienen los ineptos de la Junta de los Barrigones, la represión siempre fue focalizada a la vez que disimulada.
No quiere decir esto que no fuera letal y violenta. Al contrario, siempre lo fue, y es, efectiva y sin piedad. Siempre les digo que ellos no sabrán cómo producir alimentos o prosperidad, pero lo que es reprimir, en eso son excelentes. Excelentes en la maldad.
La más brutal represión siempre la ejerció la llamada Seguridad del Estado, la Gestapo tropical, y algunos grupos de choque de la policía. Recuerdo que les llamaban algo así como Avispas Negras. Negras tienen el alma.
Incluso cuando el Maleconazo del 5 de agosto de 1994, el Orador Orate calmó a su hermano, más cobarde aún que él, para que no sacara sus tanques a la calle. Seguridad del Estado, policía y paramilitares reprimieron a los cubanos que exigían libertad.
Luego inundó el Malecón habanero con los matones de la Brigada Blas Roca, que no usaban rocas, sino cabillas (varillas de metal) para reprimir a los que deberían ser sus hermanos.
Con las calles aseguradas, salió él en persona a ejercer su populismo barato pero efectivo.
Casi tres décadas después, los cubanos siguen con hambre, apagones y desesperación. El 11 de julio de 2021 volvieron a la calle pidiendo lo mismo. Libertad. Vida en vez de muerte.
Y volvió la represión, como siempre, pero con un toque nuevo.
El 11 de julio de 2021, la Junta de los Barrigones reprimió a sus pobres cautivos de manera descarada. "La orden de combate está dada", dijo el Panzón número 1, sudando de miedo en su ridículo uniforme verde olivo.
Se quitaron las máscaras definitivamente. Combatir es contra un enemigo. Los cubanos son sus enemigos. Reprimieron como lo hacían las policías de los dictadores Machado y Batista. Los Barrigones son lo mismo: dictadores despiadados.
Pero al menos ni Machado ni Batista mataban a los cubanos de hambre.
Se quitaron las máscaras y, desde entonces, la Policía Nacional Revolucionaria reprime abiertamente, por cualquier delito. Delito que en la isla cautiva puede ser vender un paquete de cigarros en la calle o un racimo de plátanos a medio podrir.
Hace unos días murió un preso político tras una huelga de hambre: Yan Carlos González. Hoy tienen a José Daniel Ferrer al borde de la muerte por el solo delito de repartir comida a los hambrientos que ellos mismos provocaron.
A Maykel "Osorbo" Castillo, preso por una canción con dos premios Grammy, a muchos otros. Reprimidos, languideciendo en una celda insalubre.
Los tienen en mazmorras aún peores que las que los de aquí podemos ver representadas en nuestro museo del exilio. Visiten The Cuban, entren a una de esas celdas allí representadas.
Y visítenlo, hoy estrenan exposición de ese día gallardo.
No les basta haberle hecho lo mismo a Sebastián Arcos, a Armando Valladares, a miles y miles de personas decentes cuyo único delito fue querer vivir de manera digna y en libertad.
El Maleconazo fue solo en el Malecón; el 11 de julio fue nacional. Ellos están temblando de miedo por otro día como ese.
Patria y Vida, basta ya de muerte.
Tan sencillo como salir todos a la calle, en busca de la vida, de la libertad.
Libertad, patria y vida.
Nota: En Cuba, "romper el corojo" es una frase que alude a la Protesta de Baraguá y simboliza la determinación y la ruptura con la opresión.
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