lunes, 17 de noviembre de 2025

Las caras del fracaso

 Foto: Facebook

 

Si usted es de mi generación, es decir, de los que vemos los sesenta ya en la esquina, recordará cómo, en nuestra infancia, el régimen del Orador Orate nos bombardeaba con imágenes de niños de la antigua Cuba. Generalmente niños flacos, con el abdomen inflamado de parásitos. Nos hacía sentir agradecidos de que ya esa Cuba ellos la habían desaparecido.

📺 Si no me quiere leer, véame, pero es peor. → Ver el video aquí

También nos bombardeaban con imágenes de niños pobres de otros países. Niños que no habían tenido la suerte de nacer en el paraíso socialista que el Orate y sus seguidores decían construir. Recordará, estoy seguro, a su madre alguna vez decirle: “Cómete toda la comida, que los niños del tercer mundo no tienen qué comer”.

Duele ver cómo, desde los tiempos del ocaso del dictador barbudo, a partir de 1991, los de su torpe y desagradable hermano, y ahora en los de esta Junta Militar de Barrigones, han terminado de llevar a lo que queda de ese país a una irremediable catástrofe humanitaria. Irremediable mientras ellos sigan sentados en sus cómodas poltronas en la Plaza de la Revolución.

El huracán Melissa, además de devastar el oriente de Cuba, ha servido para desenmascarar a estos mentirosos ineptos. Las imágenes de los niños famélicos, hambrientos y miserables ya no nos llegan de la antigua Cuba, no nos llegan de los “países del tercer mundo”. Nos llegan de la Cuba actual, del páramo miserable en que estos Panzones la han convertido.

Estoy seguro de que ya vio las imágenes, si no, búsquelas, yo las vi en la página de CiberCuba. He visto a una jovencita, casi una niña, debe tener apenas veinte años de edad. Flaca, demacrada, con una tristeza en la mirada que solo refleja la falta de esperanza. A esa edad ya tiene cuatro hijos, que a pesar de su desesperada situación se ven bien cuidados, cuidados a costa de ella misma.

Le preguntan qué necesita y solo atina a decir, en voz baja: “Yo no quiero nada, yo lo único que quiero es comida para los niños”.

La chica, con tres niños a su lado y otro en sus brazos, sigue diciendo: “La casita me la dejó hecha leña”. Nunca mejor dicho. Sigue hablando, en voz baja, pero directa: “Eso se inundó allí en la casita mía, ve. Y los colchones se me jodieron”.

Gracias a quien tomó el video, a CiberCuba y a otras plataformas, la gente se lanzó a ayudarla, a ella y a sus hijos. Por lo menos sus hijos pasarán menos hambre por un tiempo. Luego, inevitablemente, volverán a lo mismo.

Muchos se prestaron a ayudarla, otros a juzgarla por tener cuatro hijos siendo tan joven. Su lamentable estado físico a tan corta edad es reflejo de la miseria en la que sobreviven los cubanos. El hecho de tener cuatro hijos a tan corta edad es el reflejo del daño que han hecho sesenta y seis años de totalitarismo empobrecedor en la sociedad cubana.

Han torcido el tejido social como torcieron a la nación cubana.

Grettel Amalia es el nombre de la chica, pero su cara y la de sus niños es el doloroso reflejo del fracaso del socialismo totalitario ahora convertido en capitalismo de casta. Capitalismo que empobrece a los cubanos y enriquece a la casta de Barrigones que hoy los mantiene miserables.

Ella es esa cara, esas imágenes valen más que mil palabras. Como las del niño David, del que les hablé hace unos días.


Foto: Cubanos por el mundo

Como Grettel y como David, hay millones de cubanos sumidos en la miseria, sin esperanzas y, peor aún, sin voluntad individual para intentar cambiar sus destinos.

Dice un refrán que la noche es más oscura justo antes del amanecer. Qué ganas tengo de que amanezca en Cuba y podamos reconstruirla.

Qué ganas tengo de que estos Barrigones ineptos y malsanos sean solo un mal recuerdo y una lección de lo que es el socialismo, de lo que es el fracaso.

 

Foto: Cuba en vallas


Llevan sesenta y seis años hablando mierda, hablando mucha mierda, y fracasando en todo.


PD: El 27 de noviembre de 2025, gracias a una campaña organizada por el activista cubano conocido como Noly Blak, Grettel y sus hijos recibieron un casa para vivir. Fue la vivienda número veintidós del proyecto "Casas para Cuba". El inmueble costó 6,000 dólares y la chica y sus tres hijos se quedaron con el sobrante del dinero recaudado. Hay esperanza.

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