viernes, 21 de noviembre de 2025

La historia del tabaco... socialista

 

Foto: Swiss Cuban Cigars

En Cuba decíamos que te hacían la historia del tabaco cuando un relato era muy largo y, generalmente, sin mucho sentido. Hoy me acordé de esa frase al leer en la revista Cigar Aficionado un artículo sobre la historia de Montecristo.

📺 Si no me quiere leer, véame, pero es peor. → Ver el video aquí

No del conde: la historia de Montecristo, una de las marcas de habanos más apreciadas en el mundo. La prestigiosa marca inició en 1935, cuando un español adinerado emigró a Cuba. Sí, en esa época la gente emigraba a Cuba, no huía de ella.

Y fíjese, en esa época también había una revolución en Cuba, la que tumbó a Gerardo Machado. Una revolución liderada por Batista, Grau, Guiteras y muchos otros cubanos de las más variadas tendencias políticas.

En medio de esa revolución, el rico español se instaló en La Habana y se puso a fabricar tabacos. De esa revolución emanó la Constitución de 1940, que era socialista en el alma, pero democrática y respetuosa de la libertad y la propiedad privada en su esencia.

En poco tiempo, los tabacos del señor Menéndez se hicieron famosos en el mundo entero. Tanto se expandió el negocio que hasta compró otra fábrica, la de su competidor H. Upmann. Capitalismo, propiedad privada y libertad son generadores de prosperidad.

Todo iba viento en popa para el emigrante español, que ya tenía hijos cubanos, hasta el quince de septiembre de 1960, cuando tropas del Orador Orate entraron a punta de fusil al negocio del señor Menéndez y, sellando la caja fuerte, le confiscaron el negocio.

El emigrante que entregó su futuro a una Cuba próspera tuvo que huir. Lo hizo tan rápido que ni una foto de su fábrica pudo traer a su exilio.

El régimen del Orate no solo confiscó la fábrica de Montecristo: se robó todas las fábricas y casi todas las tierras de la isla. Les dijo a los cubanos que los dueños de los negocios expropiados no eran más que unos rapaces corruptos.

Les prometió que bajo su mando todo iba a funcionar mejor, que Cuba sería un modelo de desarrollo en menos de cinco años. Lo he contado con detalle en Se acabó la diversión.

Ya sabemos lo que sucedió. En menos de dos años después de que al señor Menéndez le robaran veinticinco años de su vida, además de todo su capital, los cubanos —ahora cautivos— solo se podían alimentar a través de una libreta de racionamiento después de hacer una cola eterna.

 

Foto: Facebook

Les cayó el socialismo. Pero aun dentro de ese socialismo, el Orate se mantuvo fabricando puros habanos en las fábricas robadas. Lo hizo bastante bien, hasta su marca propia inventó.

No se los vendía a sus patrocinadores soviéticos. No, se los vendía a Europa occidental, a los países del Medio Oriente y a muchos de Asia. Menos a Estados Unidos, donde ahora vivía el señor Menéndez. Se los vendía a todo el mundo.

Dólares y más dólares, o pesetas, francos, dinares o yenes. Moneda convertible, de la buena.

A los campesinos que le cultivaban el tabaco les pagaba la hoja en los inservibles pesos de su improductivo país.

Ahora, con esta Junta Militar de Barrigones que heredó el demacrado garito, todo el país ha colapsado. Incluso la producción de los antes prestigiosos habanos cubanos.

Y mire usted: el mercado internacional de puros florece. Los Panzones venden en él las cada vez menores cantidades de tabaco que producen. Reciben dólares y otras monedas fuertes y, aun así, no pueden reinvertirlos en el cultivo, la cosecha y la fabricación de esos habanos para seguir vendiéndolos en ese atractivo mercado.

En este caso no pueden culpar al embargo norteamericano, al “bloqueo asesino”. Tienen un producto con siglos de tradición, que era el más famoso del mundo. Si ya no lo es, es por la calidad cada vez más mala de lo que se produce en Cuba.

Tienen el producto, tienen el mercado, pero aun así no pueden producir. ¿Por qué? Porque el socialismo no crea progreso: solo crea miseria.

Los Barrigones cobran los tabacos en dólares y, en vez de reinvertirlos, se los roban o los despilfarran en fatuas celebraciones. Mientras tanto, los campesinos que cultivan el tabaco languidecen en la pobreza, atados de manos, sin aperos de labranza, sin fertilizantes y sobreviviendo, como el resto de los cautivos de la isla, en la miseria.

 

Foto: EFEAgro
 
 

Esta es la historia del tabaco. En 1935 un emigrado español llegó a La Habana y en dos años había creado una marca prestigiosa. En 1960, el Orador Orate se la robó. En 2025 la fama del tabaco cubano es cosa del pasado y su producción, como todo en ese fallido país, se reduce cada vez más.

 

Foto: RFI
 
 

Esta historia del tabaco es la historia del fracaso del socialismo. Es un buen ejemplo de cómo se robaron un negocio exitoso y lo convirtieron en un fracaso.

Cómo se robaron todo un país próspero y lo convirtieron en un doloroso ejemplo del fracaso que genera el socialismo.

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