martes, 7 de octubre de 2025

No tienen huevos

 

 

Foto: Adelante.cu

Después de ejecutar un pacífico golpe de Estado ante la mirada apacible de la mayoría de los cubanos, Fulgencio Batista, entre las muchas cosas que hizo para fomentar la economía de Cuba, y la propia, trabajó para impulsar la producción de huevos.

📺 Si no me quiere leer, véame, pero es peor. → [Ver el video aquí]. 

 No lo hizo confiscando empresas avícolas o de pienso —eso lo hizo luego el Orate—, lo hizo fomentando la libre empresa y ofreciéndoles facilidades fiscales a los empresarios. Se calcula que, en 1958, la producción nacional fue de 331 millones de huevos, lo que permitió reducir en un 50 % las importaciones.

Solo la producción nacional ofrecía un consumo promedio de 55 huevos anuales por cada cubano. Esto sin contar la producción para autoconsumo de las zonas rurales.

Luego llegó el Orate y, con su Instituto Nacional de la Reforma Agraria (INRA), confiscó todas las fábricas de pienso, de insumos avícolas y los criaderos. Al fin y al cabo, el socialismo resolvería el tema de la explotación de los obreros y campesinos, y del enriquecimiento vil de los dueños de esas productivas empresas.

Tres años después, la producción había caído a 174 millones de huevos anuales, casi la mitad que con Batista. El socialismo.

Tanta fue la escasez que, desde 1962, el Orate les metió por la cabeza un rígido racionamiento a sus cautivos.

Gracias a que los soviéticos empezaron a subsidiar a su compinche barbudo, la producción aumentó hasta 920 millones en 1965. Todo esto lo cuento en Se acabó la diversión.

Mientras duró la ayuda de Moscú, el garito ficticio funcionó, en el tema de los huevos, relativamente bien. En 1991, antes de entrar en la crisis sistémica del llamado “período especial”, lograron producir 2 700 millones de huevos. Todo un éxito. Lo conté ya cuando hablé de Los huevos de mi padre.

Y a partir de ese año, se acabó el pienso soviético y los cubanos empezaron a matar el hambre matando gallinas ponedoras.

Ahora, sesenta y seis años después, cuando todas las promesas futuras que nos hizo el Orate se convirtieron en desgracias presentes, resulta que la Junta de los Barrigones se quedó sin huevos.

Foto: Cubanet

En 2024 solo produjeron 385 millones de huevos, casi lo mismo que sesenta y seis años atrás. Cantidad que tiene que alimentar a tres millones de cubanos más que en tiempos de Batista. Serían más si no hubiéramos huido de esa isla otros tantos millones en busca, unos de libertad y otros de prosperidad, o ambas cosas a la vez.

En 1962, el Orate nos metió el racionamiento; en 2025, los Panzones de esa junta militar que heredó sus fueros dicen ahora que no habrá huevos ni para ese racionamiento.

En aquella Cuba con propiedad privada no había desabasto de huevos; bueno, no había desabasto de nada. En esta, en que la propiedad es “social”, los Barrigones prefieren comprar 65 millones de huevos mensuales en República Dominicana que dejar que los cubanos produzcan en su propia tierra. Huevos bachateros para cubanos abandonados.

Prefieren pagar 10 millones de dólares al mes a los dominicanos con tal de que los cubanos no sean dueños de su trabajo. Con tal de que no prosperen. Ah, y no alcanzan, no hay huevos para todos.

 


No sé por qué los cautivos de aquel país, convertido ahora en un campamento de refugiados, no razonan por qué viven en esa miseria. Hasta ellos mismos, los Barrigones, confiesan que no tienen huevos.

Sesenta y seis años después, hay menos huevos que cuando Batista.

¿Cuándo reconocerán que tampoco tienen vergüenza?

Y, para terminar: su pobre isla, “bloqueada por el imperialismo genocida”, ha comprado a ese mismo imperialismo la cantidad de 286 millones de dólares en diversos productos. De ellos, medio millón en huevos. Huevos imperialistas para hambrientos comunistas.

¿Vergüenza? No, no tienen, como tampoco tienen huevos.

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