martes, 30 de septiembre de 2025

¿Te peinas o te haces papelillos?

 

Foto: The Economist

Había un dicho en mi vieja Cuba que decía: “¿Te peinas o te haces papelillos?”. Se usaba cuando alguien tomaba primero una decisión o defendía determinada idea, y luego hacía o decía algo diametralmente opuesto. Y la frase emergió hace unos días de alguna neurona que debe de haber estado profundamente dormida durante los treinta años que han pasado desde que dejé aquella isla.

📺 Si no me quiere leer, véame, pero es peor. → [Ver el video aquí].  

Literalmente pronuncié en voz baja: “¿Te peinas o te haces papelillos?”, cuando leí un tuit del viejo Donald, donde dijo: “Yo pienso que Ucrania, con el apoyo de la Unión Europea, está en una posición de pelear y GANAR de vuelta toda Ucrania en su forma original”.

¡Qué bien! He sido partidario —al contrario de muchos de mis colegas republicanos— de apoyar en todo a Ucrania en la defensa de su territorio e independencia. Y no solo desde la invasión abierta de febrero de 2022, sino desde febrero de 2014, cuando los rusos se metieron en Crimea ante la mirada pávida de toda Europa y la desidia del bailarín Barack Hussein II.

Rusos invadiendo un país independiente de Europa mientras sus vecinos calentaban sus casas y negocios con gas del invasor. Gas que no era regalado; gas que ellos pagaban con euros con los que el hijoeputín sufragaba las armas y los soldados de la invasión, incluyendo mercenarios cubanos. Hipocresía.

A mí siempre me han caído bien los ucranianos, ni qué decir de las ucranianas. Y me cayeron mejor cuando, tras la invasión abierta de 2022, los cobardes que dirigen Europa le ofrecieron a Zelensky un avión para que huyera. El actor, ahora presidente, les dijo que no necesitaba un aventón, sino armas.

Más aún, los admiré cuando un crucero ruso, lleno de misiles, instó a una pequeña guarnición ucraniana que defendía una islita a rendirse. Los bravos defensores replicaron: “Barco ruso, váyase al recoño de su madre”. Valientes. Dos meses después, ese mismo crucero fue hundido por un misil ucraniano.


Entiendo que mi zanahorio sentía desprecio por los ucranianos durante su primera administración. Por un lado, antes de asumir la presidencia, en Nueva York el director del FBI, un tal Comey —más hijo de puta y ladino que J. Edgar— le dijo que tenía fotos de él mientras dos rusas lo meaban. No veo qué hay de malo en eso, pero al viejo no le gustó.

Por otro lado, le decían, con razón, que Ucrania era un nido de corrupción. Eso lo sabían hasta los mismos ucranianos; vean la serie de Netflix con Zelensky de protagonista. Más aún, que Biden, y su hijo, se habían aprovechado de la vicepresidencia para hacer grandes negocios en Ucrania. Incluso la laptop del parrandero Hunter —que debe haber tenido fotos más calientes que la de la meada— nunca fue investigada por ese mismo FBI de Comey.

Durante su primera presidencia y el inicio de esta, casi toda la prensa ha intentado presentar al viejo Donald como un temeroso, y hasta cómplice, del hijo de puta de Putin. Hace menos de un mes los dos se reunieron en Alaska y ambos regresaron a sus respectivos destinos en términos muy amigables.

Y como siempre que se negocia con un bully, con un abusador, el hijo de puta del Kremlin, envalentonado, llenó los cielos de Ucrania de misiles y drones; drones desde Polonia y MiG-31 desde Estonia. Nada mejor que un abusador para entender a otro.

La paciencia naranja parece haberse agotado y, luego de una sentada —esta vez en buenos términos— con Zelensky, dijo que apoya a Ucrania en su lucha por recuperar todo su territorio e incluso enviarle misiles crucero de largo alcance, algo que se le había negado desde el inicio de la guerra. A los blandengues de la OTAN les dijo que deberían derribar cualquier avión o dron ruso que se asome en sus cielos.

¡Muy bien! Esa es la única forma de “negociar” con los abusadores. Que el mensaje pase por Moscú y siga hasta Pekín.

Será un día feliz cuando veamos a los soldados ucranianos en las arenas de Ponyzivka.

Esperemos, roguemos, por que este cambio de opinión no sea otra de las tácticas negociadoras del viejo Donald.

De este lado del charco, Donald tiene a Maduro maduro de miedo; a Petro lo sacó a patadas de Nueva York y a Claudia la trae haciendo malabares entre seguir defendiendo la narcocorrupción de su jefe o hacer lo correcto y sanear el país de una vez por todas.

Foto: Newsweek

Solo falta que nuestro viejo Donald deje de hacerse papelillos con los Barrigones de la cautiva y empiece a peinarse. Si puede con un oso como Putin, ¿cómo no va a poder con unas garrapatas panzonas?

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