El Barrigón número 1 y su ‘elegante y esbelta‘ esposa andaban de pedigüeños por Asia. Tienen las lenguas inflamadas y los labios gastados de tanto lamer suelas de zapatos a Xi, a Putin, a los vietnamitas. Hasta en Laos, un país cuyo PIB lo ubica como la economía 133 del mundo.
Un país pobre.
Pero allí está el Panzón de pedigüeño. Al fin y al cabo, la isla cautiva que el Orate destruyó y ahora ellos desgobiernan está tan empobrecida que la han llevado a ser la economía (ja, ja) número 175, de un total de 180 países contabilizados.
Andando por Vietnam, donde unos incautos y otros no tanto les regalaron 15 millones de dólares, la Barrigona consorte, con sus buenas maneras equiparables a su buen gusto en el vestir y en el escoger consorte, declaró: "¡Sufran, imperialistas ridículos!"
Como yo no soy imperialista, no me sentí aludido, pero, además de sentir vergüenza por ver a este esperpento representando a lo que fue un país exitoso, me encabrona un poco, más bien mucho, su cinismo y desconexión de la realidad.
Señora, los imperialistas no sufren porque ustedes anden en son de mendigos, llorando por migajas. Los que sufren son los 8 millones de cautivos que, mientras ustedes están comiendo, bebiendo y viajando, sobreviven a oscuras y con hambre.
Todo esto lo hacen descaradamente, mientras al resto del mundo le importa un pepino. Incluso aquí, en Estados Unidos, donde los cubanos de primera y segunda generación somos ya alrededor de 2.5 millones, a veces da la impresión de que tampoco les importa.
Y eso que somos un poder económico formidable.
Poder político también tenemos, tres representantes en el Congreso, un senador y un secretario de Estado. Nada mal, ¿verdad?
Pues tampoco nada bien.
Trump, el implacable, acaba de renovar la Ley de Comercio con el Enemigo, el embargo comercial. Bien hecho.
Pero, también, este 5 de septiembre, esa firma lleva intrínseca, por ley, no por Trump, la prórroga por otro año de las licencias de las empresas que se dedican a contrabandear desde Estados Unidos con las empresas fantasmas de los integrantes de la Junta de los Barrigones.
Lavadores de dinero. Con el dinero de nuestro poder económico formidable alimentan a sus cautivos al tiempo que engordan las arcas y las panzas de los opresores.
Hizo lo mismo con Chevron. Por un lado mete ocho barcos de guerra frente a las costas de Venezuela y por el otro los tanqueros de Chevron siguen cargando crudo venezolano, engordando al narcogobierno del ñame de Maduro.
Tienen rodeada a la narcodictadura del Ñame, pero le aprueban por otro año el tinglado a los que la dirigen desde La Habana. Más pollo, plantas eléctricas, leche en polvo para los hambreados de la isla. Más dinero para los Panzones y su pandilla.
Más dinero para los Barrigones, alimentados por los de acá.
Dinero es dinero, ayer les decía. La mafia de los Barrigones y sus peones en Miami han comprado, solo en el primer semestre de este año, 250 millones de dólares en productos.
Ahí se incluyen 170 000 toneladas de carne de pollo, además de todo tipo de artículos, incluyendo autos. En un país que no tiene gasolina. Esa cantidad de pollo, si fuera a distribuirse equitativamente en un país que se pregona igualitario, significaría 44 libras de carne de pollo para cada habitante de la Desdichada.
Y no, no repartieron 22 kilos de pollo a nadie.
Trump cerró la frontera a la invasión que le mandaron los Panzones, pero les dejó abierto el vacilón.
Marco Rubio, el quitavisas, estuvo con Claudia Sheinbaum hace unos días. Al día siguiente Claudia contrató 2000 médicos esclavos más. Se burlaron del implacable.
A Estados Unidos no le importa lo que pase en Cuba o en México mientras no sean un problema sustantivo que los afecte.
No importa que en México se instale una dictadura mientras no pasen migrantes a la frontera, mientras no manden más droga y mientras compren más productos norteamericanos.
Que Cuba se mantenga empobrecida, mientras no siga mandando cubanos a instalarse en el sur de la Florida, a cobrar food stamps y regresar a la isla cautiva en plan de chulos.
Estamos solos, ¿se dan cuenta?
Nuestra isla es hoy un basurero flotante, una balsa llena de balseros hambrientos y sin esperanzas.
A nadie, excepto a nosotros, les importan.
Hace unos días, en una presentación de Se acabó... conversaba con los asistentes. Les decía que Cuba está hoy en una situación de Estado fallido en su concepto exacto: un Estado que ha perdido su capacidad para cumplir sus funciones básicas, como garantizar la seguridad, el orden legal, la economía y el bienestar de su población.
Lo que están pasando los cubanos en la isla roza ya los límites de un genocidio. A esa Junta Militar no le importa el destino de sus cautivos. El nivel de hambre, miseria e higiene de la mayoría de la gente allí es ya de merecer una intervención humanitaria multinacional.
Sí, de la ONU o del que sea, barcos de comida y hospitales de campaña.
En la presentación del libro, cuando conversamos de esto, algunas caras fueron de duda. Y sí, no lo dudo, llevamos sesenta y seis años solos.
A nadie, excepto a nosotros, le importa el destino de Cuba.
La otra alternativa, salió también en la conversación, son los tiros. Dicen que fue Guillermo García, uno de los viejos "comandantes" secuaces del Orate, quien dijo alguna vez: "A tiros llegamos, a tiros hay que sacarnos".
No los pudieron sacar a tiros en estos sesenta y seis años. La muerte natural se fue llevando a todos aquellos que "a tiros llegaron". Solo quedan la hermana del Orate y dos o tres momias más.
Los Barrigones de la Junta no llegaron a tiros, llegaron por serviles y por hijos de puta.
Hay que sacarlos, de cualquier manera, antes de que terminen su tarea exterminadora.
Pero a nadie le importa, solo a nosotros.



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