lunes, 9 de junio de 2025

La mariposa en Irak

 


Es muy conocida la teoría llamada “efecto mariposa”, con la que el meteorólogo Edward Norton Lorenz relacionó la creación de un tornado con el batir de las alas de una mariposa. Es decir, que un hecho insignificante en sí mismo genere consecuencias trascendentales.

El que les narro hoy inició en un vuelo a Ginebra, donde coincidieron Carlos Rafael Rodríguez —a quien menciono muchas veces en Se acabó…— y Tarek Aziz, quien llegaría a ser ministro de Exteriores de Irak. El fortuito encuentro fue a finales de los años 1970, cuando el Orador Orate estaba en el apogeo de su autoproclamada fama de estadista mundial.

En aquel vuelo, el asirio le contó al cubano que su colega Saddam llevaba tres meses postrado en cama sin poder caminar. Sus médicos no daban con el mal que le aquejaba. Al enterarse, en La Habana, el Orate envió de inmediato a una delegación de sus mejores ortopédicos, encabezada por Rodrigo Álvarez Cambras, galeno muy cercano al Orate barbudo.

Al parecer, los médicos iraquíes lo que querían era deshacerse del beduino postrado —o al menos eso concluyó el bien entrenado cubano—, que no dudó en acusarlos ante el futuro presidente de Irak. Tres doctores y un ministro de Salud fusilados después, el doctor Álvarez se convirtió en amigo y confidente del dictador.

La operación, en la que participó Luis Fleites, tío abuelo de mi hija, fue un éxito. La hernia discal fue curada y Saddam pudo volver a caminar. Efecto colateral de la remoción fue que recuperó su virilidad, pues la hernia le tenía la pieza totalmente desconectada. No digo yo si no iba a amar y a agradecer a sus tropicales doctores.

Regresaron a la isla cautiva portando unos bellos Rolex y varios Mercedes-Benz regalados por el paciente de la dura espada. En La Habana, el Orate los recibió orgulloso, les dejó los Rolex* y, como al doctor del Mercedes, les sustituyó los resplandecientes autos alemanes por unos «revolucionarios» Ladas soviéticos. Que hasta en el socialismo hay niveles.

Todo empezó en un vuelo a Ginebra y terminó en una invasión a Kuwait y dos guerras en el golfo Pérsico, con decenas de miles de muertos.

Entre la operación y las guerras encarceló y asesino a miles de iraquíes, a unos por causas políticas a otros, como los kurdos de Halabja, por racismo cruel.

La mariposa, en este caso, era cubana. Lástima que no fue la única vez que batió sus alitas tricolores para generar tornados.

Lo peor es que al día lo sigue haciendo.

 


*Tampoco el Rolex le duró mucho. Unos años después —muchísimo antes de la debacle actual— entraron a su casa y se lo robaron.

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