La mayoría de los dictadores del mundo actual saben —al parecer viene ya en el manual— que ser un autócrata de derechas es garantía segura de tener mala prensa y ser depuesto cualquier día. Los tiempos en que los tiranos amigos de Estados Unidos campeaban a sus anchas terminaron, creo yo, con el plebiscito que en 1988 hizo Pinochet en Chile.
Hoy, casi todos son de la llamada izquierda, que tampoco es la de antes. Lo preocupante es que, en vez de extinguirse, la especie se disemina como aquel fantasma que recorrió Europa hace ya casi doscientos años.
Las últimas adiciones son Claudia, de México, y Modi, de la India. Por cierto, ambos se reunieron muy calladitos en la cumbre del G7 en Canadá la semana pasada. ¿De qué hablarían?
Tienen en común también que se echan la mano los unos a los otros. Putin, Xi, Kim, Khamenei y otros. Todos unidos en su odio a la civilización occidental, a la democracia y a la libertad individual. Tienen sucursales de este lado del Atlántico: Maduro, Ortega, los Barrigones de la cautiva y, hasta hace poco, la viuda Fernández de Kirchner.
Ante la desidia mostrada por Estados Unidos hacia el continente americano, los iraníes, siguiendo a los chinos, extendieron sus tentáculos por varios de sus países. A diferencia de los chinos, las acciones de los ayatolás fueron más políticas e ideológicas que económicas.
Cristina Fernández, hoy en prisión domiciliaria por corrupta, les abrió las puertas a los iraníes a pesar de que fue ese régimen quien patrocinó y organizó dos atentados a la embajada y un centro comunitario israelíes en Buenos Aires, que asesinaron a casi un centenar de argentinos. Ejemplo de que el odio a los principios de la democracia se antepone a los sentimientos nacionales.
La señora Fernández de Kirchner fue investigada por su relación con la teocracia iraní y, en especial, con la Guardia Revolucionaria, ejecutora de estas masacres. Un día antes de que se presentaran las pruebas y el caso ante el Congreso, el fiscal del caso, Alberto Nisman, se “suicidó”. Lo asesinaron.
La relación de complicidad de Chávez, Maduro y Cristina Fernández fue ampliamente divulgada, más no la del taimado Andrés Manuel López Obrador (AMLO), de México, quien, por un lado, se mostró siempre genuflexo ante Trump mientras que, por la espalda, abrazaba a los Barrigones de la isla cautiva y abría la puerta trasera de su país a los terroristas iraníes.
Sí, aunque usted no lo crea, pues esas noticias fueron barridas bajo el tapete de la confabulación.
El caso más notorio y evidente tuvo que ver con un avión, un misterioso avión, que ante las narices del Comando Sur de los Estados Unidos anduvo por todo el mundo de manera ilegal e impune.
En 2022, después de estar varios días estacionado en el aeropuerto de Querétaro, a doscientos kilómetros de Ciudad de México, un Boeing 747-300 de carga, con matrícula venezolana, despegó hacia Buenos Aires. Lo tripulaban veinte personas, cuando lo normal en este tipo de aeronave es que no pasen de cuatro.
No eran veinte mexicanos o venezolanos: la mayoría de los tripulantes eran iraníes, miembros de la Guardia Revolucionaria, incluyendo varios mandos de esta organización catalogada internacionalmente como terrorista. Uno de ellos es familiar directo del hoy extinto ministro del Interior de Irán.
Estaban en México, un país cuyos controles de inmigración son verdaderamente estrictos —y a veces inhumanos— con los extranjeros que arriban al país. Terroristas iraníes en México solo es posible con la anuencia del gobierno. Del gobierno de AMLO.
En México, el avión fue cargado con algo que, al día de hoy, nadie sabe. Un avión que estaba señalado por la Oficina de Control de Bienes Extranjeros de Estados Unidos (OFAC). Propiedad de Conviasa, la «línea aérea» del gobierno de Venezuela, la misma que le presta un cuatrimotor al Barrigón número 1 de la isla cautiva para sus viajes de pedigüeño.
Propiedad falsa, de hecho: el avión fue fraudulentamente rematriculado, pues pertenece a una empresa iraní señalada como terrorista por traficar armas.
La historia se destapó cuando, contrario a la bienvenida mexicana, al avión no le fue permitido aterrizar en Córdoba, Argentina, ni en Montevideo, Uruguay, por la prohibición de la OFAC. Finalmente, sin combustible, aterrizó en Buenos Aires, donde, a punto de escapar, sus tripulantes misteriosos fueron retenidos por los fiscales argentinos.
Todo esto sucedió después de que, en las semanas previas, el misterioso y gigante aparato hubiera viajado cinco veces a Caracas, cuatro a Teherán, dos a Belgrado (Serbia), dos a Ciudad del Este (Paraguay), una a Moscú y dos a Querétaro.
A La Habana no fue. Los Barrigones serán ineptos para producir riqueza, pero no son tan tontos como para provocar tan de frente a los Estados Unidos.
Solo para que piensen: un avión con carga desconocida, decenas de terroristas iraníes, en Querétaro, una ciudad a solo nueve horas de viaje por carretera de la frontera norteamericana en McAllen, Texas.
Frontera por la que, por entonces, ingresaban miles de personas sin registro alguno. AMLO, mientras tanto, observaba complacido.
Luego se preguntan el porqué de las actuales redadas de ICE.
Se siente bien saber que anoche los B-2 de la Fuerza Aérea de Estados Unidos destruyeron los principales sitios nucleares que quedaban en Irán. La frontera está cerrada, solo resta saber quiénes entraron y andan entre nosotros.
Que ICE actúe con humanidad, pero con eficiencia.
Buenas tardes, Omar, muy bueno tu post, lo incluí en el Taniapress de hoy. Acabo de llamarte, te dejé un recado en el contestador. Favor
ResponderEliminarllamarme cuando puedas, mi teléfono está en la caja.