lunes, 26 de mayo de 2025

Ineptos sin verguenza... y, además, miedosos

 

Les confieso que no estoy al tanto del día a día de las políticas económicas (es un decir) que aplica la Junta de Barrigones en su desdichada isla. Presto más atención al tema de la represión brutal, del abandono al que someten a sus vasallos y de la depauperación total del fallido país.

Por un lado, parecen como esos insectos que se quedan atrapados frente al vidrio de una ventana, intentando atravesarlo en busca de la luz. El problema es que el aletear de esos panzones solo provoca más hambre y calamidades a los cubanos de la isla.

Y no estoy al tanto de esas (según ellos) políticas porque hay que ser subnormal para prestarle atención a lo que planifican, que mire que planifican todo, algo que fracasó desde el primer intento, como les conté en Se acabó…

Que si el ordenamiento, que si la política monetaria, que si el CUC, el MLC, el peso, el no sé qué. Que si "ahora sí, compañeros". Resistencia creativa.

Planifican cualquier cosa, y a los pocos meses empiezan a reajustar: que si el apoyo al campo, la fiscalización, los inspectores, el tope de precios, las importaciones, la aduana, las mipymes, los cuentapropistas, las situaciones "especiales".

Toda una sarta de estupideces a las que me es imposible seguirles el hilo, pero sí estoy atento a sus consecuencias. Y la que está a la vista es un colapso siempre inminente, pero que nunca llega.

A ver cómo les va en el caluroso verano. Andan por todo el mundo desesperados mendigando petróleo. La gente está revuelta; incluso un animal domesticado, de vez en cuando, muerde. Veremos qué provocan el calor y el hambre.

Lo que en tiempos del Orador Orate era una política monolítica —igual de hija de puta, pero una política cohesionada—, ahora es una melcocha de inútiles que se creen que saben algo. Una partida de cretinos que nunca ha producido un bien material ni un servicio. Como el Orate, nunca han producido nada más que pobreza. Son expertos fabricantes de pobreza, y hasta la pretenden exportar.

Revisen o presten atención a sus noticias. Siempre hablan de cuánto sembraron, nunca de cuánto cosecharon. Ahora trajeron especialistas vietnamitas para que les enseñen a sembrar arroz, en un país donde, en 1835, se decía que si el ferrocarril llegaba a la llanura del sur de La Habana se podía fácilmente producir arroz para abastecerla y hasta para exportar. ¡Hace ciento noventa años!

No sé si lo saben o lo ignoran: el papel del Estado es proteger la libertad individual y la seguridad personal, mantener el orden y cobrar los inevitables impuestos para brindar algunos servicios sociales. Eso, y entrometerse lo menos posible en la iniciativa privada.

Si es por lo primero, son una sarta de inútiles, ineptos y mediocres. Si es por lo segundo, son lo mismo, pero con el componente agregado de ser unos hijos de puta, además de asesinos.

En Cuba, los Barrigones son el Estado, y su función principal es asfixiar a sus habitantes, esquilmar a sus migrantes y joder a cuanto incauto caiga en sus (esas sí) eficientes redes. Han convertido uno de los países más prósperos del hemisferio en una pocilga miserable y pedigüeña.

Veremos cómo les va en este verano. En estos días, cada vez que los cubanos salen a la calle gritando: “¿Hasta cuándo el abuso?”, al día siguiente, además de repartirles un paquete de pasta o alguna otra migaja, corren a meter sus mofletudos y torpes cuerpos en uniformes verde olivo. Se mueren de miedo.

Piensan que dan miedo. Lo que dan es risa. Solo que la gente en la calle no se ha dado cuenta aún.





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