A finales de 1838, sí, hace ciento ochenta y siete años, el Gobierno español, al que pertenecía Cuba, pensaba así de la intervención del Estado en la economía:
"Los desembolsos del Erario para obras cuya construcción y demás debe dejarse al interés individual, único que sabe proporcionar fondos y realizar los proyectos con economía, con presteza y acierto. Que los Gobiernos deben estimular las empresas nuevas, ventajosas a los progresos de la industria con desembolsos dirigidos a hacer los primeros ensayos, a dar a conocer las utilidades y a provocar la codicia con ellas, de los que sin este aguijón no se resolverían al comprometer su fortuna en empresas de ellos desconocidas".
Hace ciento ochenta y siete años, todos sabían que:
La codicia del inversor no era algo criticable, sino mas bien encomiable.
La precaución del empresario a tomar un riesgo, de ganar o de perder, se tomaba como algo que dictaba el sentido común.
La eficiencia del sector privado sobre el estatal estaba demostrada.
¿Ven por que conviene saber algo de historia?
Al parecer, en 1959 ni Castro ni Guevara conocían estas verdades elementales, y si lo sabían, entonces ya sabemos que quienes iniciaron la debacle actual en que está sumergida la desdichada isla la ejecutaron con toda intención.
Todo indica que en el 2025, la Junta de Barrigones que dirige (es un decir) aquel país tampoco lo entiende, y sí lo saben, pues ya sabemos a quien hay que despedir para iniciar de una vez la reconstrucción de ese país que alguna vez fue próspero.
¿Ineptos o malvados? Yo creo que las dos cosas.
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