sábado, 11 de octubre de 2025

Un premio merecido

 

Foto: CNN

Donald J. Trump merecía ganar el premio Nobel de la Paz. Lo merecía y lo deseaba, así es el personaje. Adora la lisonja; antier, el día antes de la concesión de ese galardón, una conferencia de prensa de su gabinete fue un circo de besamanos, besabotas y besahuevos. Daba vergüenza ver a tanta gente capaz, decente y eficiente rebajarse a esos niveles de adulación.

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No sé por qué desearía ese premio, antiguamente prestigioso, pero que desde hace al menos dos décadas está más maleado que los Emmy o los Oscar. Ah, y con el mismo nivel de vanidad. Se lo otorgaron a Barack Hussein sin haber hecho nada por la paz, o por ser negro. A Rigoberta, por ser indígena. Se lo han otorgado a muchas organizaciones, unos merecidos, otros no.

A Arafat, Peres y Rabin por un acuerdo de paz que fue tan efímero como será el logrado por Trump. Ya lo dije ayer.

Se lo dieron a Mandela y a De Klerk, ¿lo merecían? Quizás sí, puede que no. ¿Reagan lo merecía? Quizás sí, puede que no. Se lo dieron a Gorby y no a él. Ya ven cómo se las gasta el comité de Oslo.

El caso es que Trump quería coronar su carrera con un Nobel. Al cabo, ha hecho todo lo que le ha dado la gana en su vida. Y lo sigue haciendo.

Para mí, se lo merecía. Le hubiera dado, además de muchísimo gusto, mucho más poder de negociación y de intermediación en los conflictos de este planeta: Rusia y Ucrania, las dos Coreas, el BBC caníbal de Haití, el desastre de África, los imperialistas chinos, la islamización de Europa, y así.

Le daría más poder para mejorar la vida de la gente común en esos países y regiones. Merecía, merece, un Nobel. Quizás el próximo año, Donald.

No creo que el premio hubiera aumentado su interés en ayudarnos a los cubanos a deshacernos de la Junta Militar de Barrigones que tiene a una isla vecina a Estados Unidos convertida en un país miserable y fallido. No lo creo.

Lo que sí creo es que el haberle dado el Nobel de la Paz a María Corina Machado nos viene mejor a los que queremos ver a una Cuba próspera y libre. Ese premio será como un pesado grillete para la narcotiranía venezolana y, por ende, para sus manejadores de La Habana.

¿Lo merecía María Corina? ¡Coño! ¡Absolutamente! La mujer es un costal de coraje, de valentía, de principios de libertad. Se quedó en Venezuela, en la boca del lobo, cuando el viejito inmundo huyó a comer callos en Madrid.

Enhorabuena: por primera vez, de carambola como en el billar, los cubanos tenemos un Nobel de la Paz. Se lo han otorgado a alguien que lucha por la libertad de su país. Libertad arrebatada en complicidad y bajo la orientación, primero del Orate y ahora de los Panzones.

El castrismo les impuso el chavismo y luego se pasó dos décadas chupándoles no solo petróleo, sino libertad y dignidad. María Corina ahora tendrá proyección mundial; los reflectores la iluminan con su atención, y al mismo tiempo será sombra para los malignos que han acabado con dos países antes exitosos.

 

Foto: Youtube
 

Donald, no te desesperes, dedícate a domar al ex-KGB que se cree zar. 2026 todavía no tiene candidatos al premio. Malala no lo obtuvo en 2013, pero se lo dieron al año siguiente. De verdad lo merecías; lo hubieran compartido con María Corina, pero ellos no te quieren. Te detestan. Esto no tiene que ver con la paz, es su “paz”. No la nuestra, no la paz real.

Ojalá no te dé por patalear porque no te lo dieron. No te rebajes, por favor. Estoy seguro de que el gordiflón de Díaz-Canel y el llorón de Maduro van a patalear contra los noruegos. Claudia Sheinbaum pondrá cara de momia —no le es difícil—, pero no felicitará a María Corina. Donald, no te les unas en la ignominia.

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