En España viví uno de los mejores años de mi vida: mi primer año en libertad. Fui feliz sintiéndome madrileño y sevillano. Libre.
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Era 1995, el último año del largo gobierno de Felipe González, amiguete del Orador Orate. Meses después, en marzo de 1996, ganó las elecciones José María Aznar. Me encantó estar viviendo en un país con elecciones libres y alternancia de partidos.
Luego, durante años, he estado visitando España con relativa frecuencia. Tengo allá mucha familia y buenos amigos. Familia, amigos y la comida española: todo lo que me gusta de la vida.
Tanto me gusta España que hasta abrimos una sucursal de mi empresa. Veinte años después de haber por primera vez vivido en libertad, la abrimos en Madrid, con Bernardo, un tipazo que gozó tanto de la vida que se la gastó antes de tiempo. Y en son de trabajo, el carácter de las visitas cambió. Ya no iba solo con los primos y los amigos, sino también con clientes.
Y enseguida me percaté de que la España de 2015 no era la de 1995. Me gustaba más esta última, sobre todo en el tema político. Había emergido un partido de extrema izquierda llamado Podemos, y digo “emergido” porque yo escapé de un sistema totalitario y los que venimos de ese manicomio adquirimos un extraño sentido para percibir algo creado con el fin de joder la libertad y la democracia.
No solo las ideas y acciones de Podemos me repugnaban; su estética y la de sus líderes también. En especial del más conocido, Pablo Iglesias. Les repito: yo escapé de un sistema totalitario —“vengo del futuro”, como decía Reinaldo Arenas—. Algo me olía mal con esta gente, y no solo eran sus cuerpos o sus alientos.
Diez años después, lo que queda de Podemos es un historial de corrupción, lavado de dinero y complicidad criminal con regímenes malignos como Irán, Venezuela, Nicaragua y Cuba.
¿Dónde creen que Pablo Iglesias, ahora todo un empresario del mal, ha establecido su nueva oficina? No en Madrid —que allá ya lo conocen—. No en Miami, porque de aquí lo echaríamos a base de argumentos sin necesidad de patadas. Lo ha hecho en la Ciudad de México.
En el México que dejó Andrés Manuel López Obrador y ahora administra Claudia Sheinbaum. El México que no condenó el fraude de Maduro en Venezuela, que no felicitó a María Corina por su premio Nobel, el que contrata médicos cubanos esclavos y regala petróleo a la Junta Militar de Barrigones que desgobierna la isla de Cuba.
Pablo Iglesias, como las moscas, vuela feliz alrededor de la fetidez de los enemigos de la democracia. Volando feliz va a posarse sobre la mierda.
Allí ha instalado el Canal Red América, ya saben ustedes, para propagar desinformación. Tendrá que competir con Russia Today a ver quién dispara más mentiras.
Y les traigo hoy a este sucio sujeto porque hace dos días arremetió contra un integrante de CiberCuba, una plataforma de información de los cubanos libres. Le dijo textualmente: “Tú querrías que Cuba fuera una democracia como Haití, donde la violencia, el hambre, el analfabetismo, la ausencia absoluta de servicios sociales, de sanidad y de educación son la norma. La democracia y los derechos humanos os valen madres; sois mercenarios de Marco Rubio y Trump”.
A los comunistas les encanta llamar mercenarios a cualquiera que no comulgue con su ideología fallida y asesina. La tradición empezó con el Orador Orate llamando mercenarios a los cubanos libres de la Brigada de Asalto 2506. El mismo Orate que mandó cubanos, como mercenarios, a tres continentes. Y ahora los Barrigones mandan mercenarios a Rusia para asesinar ucranianos.
Dijo Iglesias que en Haití hay violencia, hambre, analfabetismo y que no hay servicios básicos. Y tiene razón, pero en Haití, maltrecha y jodida, hay una constitución democrática.
En Cuba hay todo lo mismo que en Haití, pero impuesto por una dictadura totalitaria. En 1959, Haití era un país pobre y con problemas; Cuba era próspera, con problemas comunes a cualquier país, pero próspera.
Hoy la situación material de Cuba se ha degradado a los niveles de Haití. Por eso Pablo Iglesias nos compara con los haitianos. No nos compara con Colombia o República Dominicana. Nos compara con Haití.
La Cuba que extinguió el Orate no competía con Haití; lo hacía con Italia, con España, con México o con Argentina. Era un país que crecía, que mejoraba. Hoy este imbécil, y no sin razón, nos compara con Haití.
Pero es que incluso Haití estuvo mucho mejor que Cuba hasta la llegada de la violencia con Jimmy “Barbecue”, el asesino. Incluso hace unos años mi prima Claudia se fue de Cuba a Haití a trabajar. Una universitaria: se fue a Puerto Príncipe a vender zapatos chinos. Vivía en Puerto Príncipe mejor que en La Habana.
Cuando en 1995 viví en España, el ambiente político me gustaba mucho; cuando regresé en 2015, Pablo Iglesias y sus sucios lo habían degradado bastante. En 2025 la situación de la política española es antiespañola.
Pablo Iglesias se ha mudado a México. Desde allí defiende a la dictadura de los Barrigones, cobijado por los taimados enemigos de la libertad y la democracia. Como una mosca, atraída por la fetidez del mal.
Qué suerte tengo: jodieron a España, país que está en mi corazón; ahora están jodiendo a México, país que está en mi alma. De lo de Cuba ni les digo.
Tal como se tuvo que ir de España, llegará el día en que la luz de la libertad limpie de Pablos nuestro futuro. Mientras tanto, solo nos queda resignarnos, pues hay muchos como Pablo.
Aunque resignarnos no significa que nos “valga madres”, como dice Pablo. Mejor, así resignados, nos cagamos en su reputa madre. Mercenario.



Hola Omar, buenos días. Lo primero, ¡me ha encantado tropezar con tu blog! Lo segundo, me presento. Soy español, nacido en Valencia y médico gastroenterólogo, en la actualidad ya jubilado. La historia de Cuba y especialmente la guerra hispanoamericana siempre acaparó mi atención. El hermano de mi abuelo, murió en Cuba, en la guerra del 98. Así que ahora que estoy jubilado me comencé a documentar sobre la guerra y me sorprendió la cantidad de cosas que ignoraba. Por cierto he visto que tienes publicado un libro sobre el ferrocarril en Cuba que pienso comprarte y otro sobre los disparates económicos del Che que también pienso adquirir. Gracias por tu tiempo y tu blog.
ResponderEliminarHola Eduardo, agradezco tus gentiles palabras. Mi bisabuelo también peleó en la del 98, pero se quedó a vivir en Cuba. El libro del ferrocarril apenas va a salir como por febrero. Estoy preparando uno sobre la historia de La Habana a través de su infraestructura, desde 1519 a 1893. Tengo bastante información sobre el tema epidemiológico. Lo que te haga falta te lo comparto. Vi que tienes un blog, no vi como suscribirme pero lo dejaré abierto. Un abrazo.
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