El clavo metálico ha sido una de las más sencillas y a la vez más importantes creaciones de la humanidad. Yo pongo la invención del sencillo clavo al mismo nivel que la de la rueda.
📺 Si no me quiere leer, véame, pero es peor. → Ver el video aquí.
Un clavo sirve para todo, para casi todo. Luego la humanidad creó el tornillo, que es el primo sofisticado del sencillo clavo.
Y esto me vino a la mente esta madrugada, durante ese período de letargo que un pichón de guajiro como yo tiene antes de levantarse a las 4:30 de la mañana. Durante ese sopor, que para mí es muy creativo, pensé en los cubanos que a esa misma hora estaban en casas sin techos, con paredes derrumbadas y calles inundadas.
Abandonados a su suerte. Desamparados.
Y me vino a la mente una pregunta que me hizo el periodista Luis Cino hace unos días. Me preguntó algo que ya yo he visto que ha sucedido en otros países después que se libraron del yugo socialista.
Luis me preguntaba qué les diría yo a las personas que, ante el actual desastre, repiten que “con Fidel estas cosas no pasaban”. No recuerdo qué le contesté, pero esta madrugada yo mismo me dije: “Con Fidel Castro estas cosas no pasaban”.
No llamo al Orate por su nombre de pila porque no fui su amigo, nunca lo sería. Pero hay que reconocer que el individuo, todo lo que tenía de malvado y destructor lo tenía de astuto, de bribón y espabilado.
Y esta madrugada todos esos pensamientos se reunieron, pues recordé un evento similar que ocurrió en el oriente de Cuba hace sesenta y dos años. El 28 de septiembre de 1963, ya a finales de la temporada ciclónica, se formó ahí, por la Guayana Francesa, una depresión tropical que, cuando se convirtió en huracán, le pusieron por nombre Flora.
Flora, en vez de ir a Jamaica, como lo acaba de hacer Melissa, pasó por Haití antes de meterse en el Oriente cubano. A diferencia de Melissa, no la cruzó unas horas antes de seguir su rumbo al norte. No. Flora se quedó cuatro días paseándose entre Guantánamo y Camagüey antes de irse a descansar a las Bahamas.
Era 1963, el Orate vivía sus buenos tiempos. Era dueño del destino de la isla y sus cautivos. Apenas llevaba cuatro años y medio como dictador. A pesar de que ya había arruinado la economía —lo cuento en Se acabó la diversión—, todavía la infraestructura y la base material del país estaban intactas, y, además, recibía masivos subsidios de parte de los soviéticos.
Es así que el Orate, que extrañaba sus días de la Sierra Maestra, mató su aburrimiento burocrático luchando contra Flora. Llevó su Estado Mayor a la zona de desastre y dirigió personalmente las labores de rescate.
Movilizó a su ejército, que estaba bien surtido de camiones y helicópteros soviéticos, con sus tanques de combustible al tope. Los soldados tenían uniformes y botas. No lo estaban del todo, pues el socialismo, por mucho subsidio que reciba, siempre es ineficiente. Tanto es así que, el 31 de octubre, el muy cabrón del Orate anunció que, para ayudar a las víctimas del ciclón Flora, confiscaría todos los bultos postales y entregaría sus contenidos a los afectados.
Es que un ladrón nunca se puede contener y roba siempre que se le da la oportunidad.
Luego, justificándose con el Flora, les aumentó a los cubanos el precio de la carne de res, la de pollo, la cerveza, la malta y los cigarros. Ah, y les redujo su cuota mensual de azúcar.
Mal que bien, robando o no, el Orate estuvo al frente y trabajó para capear el temporal. Ya saben por dónde voy.
Sí, Melissa y la Junta Militar de Barrigones. Melissa destrozando el oriente cubano y los Barrigones en sus salas climatizadas en La Habana. Ni camiones ni helicópteros. Ni gasolina, ni electricidad y mucho menos carne, pollo, cerveza, malta, cigarros o azúcar. Nada.
Abandonados a su suerte. Desamparados.
Cuando el Flora hubo reconstrucción —nunca completa, pues el socialismo es muy chapucero—, pero la hubo. Ahora, con Melissa, ya lo veremos: no la habrá, y lo poco que se haga será lento e incompleto.
Abandonados a su suerte. Y por eso esta madrugada me vino a la mente lo del clavo. Melissa es como un clavo: puede ser un clavo más que ata a los cubanos a la cruz que el Orate nos impuso desde hace sesenta y seis años.
Podría ser también el último clavo al ataúd en que la Junta Militar de los Barrigones está metiendo a su régimen ya harapiento.
Es el mismo clavo: o dejan que los clave todavía más a la cruz, o Melissa les abre los ojos, de lo desamparados que están, y ponen el último clavo al féretro del régimen que los desgobierna y los mantiene miserables.
Cubano, bájate de la cruz. Desde hace años sobrevives entre apagones, con hambre, sin medicinas ni agua potable. Abandonado.
Melissa se fue y te dejó aún peor; los Panzones ahí siguen. En unas horas los verás haciendo la pantomima de la “reconstrucción”, que nunca se hará. Con sus uniformes limpios, llegando en jet privado y transportándose en vehículos climatizados.
Se aparecerán culpando al “cambio climático” y al “bloqueo recrudecido” y pidiéndote “paciencia” y “confianza”.
Antes de Melissa ya tenían a la isla entera en crisis epidemiológica y derrumbándose. No hicieron ninguna labor de preparación para la llegada del huracán. Nada: no podaron ni una rama, no limpiaron ni un drenaje. Hoy andan pidiendo donaciones, que luego se roban.
Prometieron entregar comida y mantener la electricidad el mayor tiempo posible. No repartieron comida y les cortaron la luz horas antes de que llegara Melissa. No tienen madre.
Los mandaron a refugiarse en cuevas, teniendo hoteles vacíos. No los respetan.
Hace unos días estabas ya en una situación de crisis humanitaria; hoy estás en una de catástrofe humanitaria.
Y sin solución a la vista... Bueno, sí, pero depende de ti.
Melissa te puso el clavo en la mano y el martillo también. Depende de ti en qué los usas.



Omar, muy buenos tus posts y tus videos, además de bloguero,
ResponderEliminaryoutuber y periodista independiente. Abrazos desde Lucerna.