Los rumores circulan; se dice que la China de Birán, conocida como Raúl, está en sus últimos días. Sea cierto o no, la ley de la vida dicta que los días o meses de su existencia están contados. Como su hermano, el Orate, se irá feliz de este mundo en el que no dejó nada útil.
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Dejarán unos hijos inútiles y un país destrozado.
De los llamados históricos, los que «llegaron a tiros», quedarán solamente el siniestro Ramiro Valdés y el corrupto Guillermo García. Uno en activo y el otro disfrutando su dinero. Pero a ambos también les aplica lo de la ley de la vida, así que ya casi ven a Caronte a la espera. A estos san Pedro no los recibe.
Idos estos, la isla cautiva, devastada económica y socialmente, seguirá un tiempo atrapada en la ineptitud de esa Junta Militar de Barrigones que heredó la obra de los hermanitos de Birán. Pero, como son tan ineptos, no podrán —es un hecho comprobado— mejorar en nada la existencia material de los cautivos, mucho menos la política.
De una forma u otra serán echados o tragados por la implosión del fracaso.
Desde este lado del Estrecho, los que amamos al terruño y a su cultura debemos empezar a pensar cómo será la reconstrucción, cómo será la posguerra de esta guerra que ya dura más de sesenta y seis años. Debemos pensarla cada uno desde nuestro punto de vista, ubicación geográfica y condiciones materiales.
Por mi parte, mi primer paso en la futura reconstrucción será participando en la XV Conferencia de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos, a celebrarse entre el 26 y el 27 de febrero de 2026 en el Cuban Research Institute de la Florida International University.
Pongamos nuestras mentes a trabajar por el rescate de la nación perdida. Nuestras conciencias ya lo están haciendo.
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