Netanyahu es un tipo que, como Trump, no me cae bien. Pero me cae muy bien que esté al frente del Estado de Israel, como me cae bien que Trump esté al frente de Estados Unidos. Admiro su postura firme en la defensa de su país y de su gente, y desprecio su talante autoritario y sus maniobras políticas, aunque esto es intrínseco a cualquier político. Miren a Trump.
Ahora se ha filtrado que él ha dicho que la suerte está echada y que su ejército ocupará el 25 % restante de la franja de Gaza. Gaza es un pequeño cuadrilátero costero en medio de Israel. Durante su historia ha pasado de mano en mano, hasta que al final de la Segunda Guerra Mundial se decidió establecer allí un Estado palestino. Eso fue en 1947.
Pero al año siguiente el territorio fue invadido. No por Israel, por Egipto, un país árabe y musulmán. Como los palestinos.
Veinte años después, en 1967, Egipto, junto a Siria y Jordania, decidieron deshacerse de Israel e invadieron su territorio. Las Fuerzas de Defensa de Israel, a pesar de ser superadas en número, los derrotaron en tan solo seis días.
En la contraofensiva contra el Ejército egipcio, Israel quedó en posesión de Gaza.
Pasaron otros veinte años. Gaza, bajo control israelí, muchos de sus habitantes trabajaban en Israel, mientras en las escuelas a sus hijos les enseñaban a odiar a Israel. Los críos crecieron, y financiados por todos los que financian el odio a la democracia, se amotinaron en lo que se llamó la Primera Intifada. Era diciembre de 1987.
Israel, cansado de lidiar con esos revoltosos y presionado desde el exterior, aceptó entregar Gaza a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), dirigida por Yasser Arafat, un buen amigo del Orador Orate. Firmaron el acuerdo en Oslo. De parte de Israel estuvo Yitzhak Rabin.
Hasta les dieron el Premio Nobel de la Paz en noviembre de 1994. Al cabo, los acuerdos se firmaron en Oslo, donde se entrega el premio. La verdad, lo merecían. A Obama se lo dieron sin hacer nada por la paz.
Arafat asumió el gobierno de Gaza; a Rabin lo asesinaron en noviembre de 1995. No lo mató un árabe, lo asesinó un judío.
En manos palestinas empezaron las peleas entre palestinos en Gaza. La OLP perdió fuerza, Hamas y Fatah se dieron hasta con la bacinilla, ganando el primero las “elecciones” de 2006. Gaza pasó, de ser un territorio palestino, a convertirse en una base militar terrorista dedicada a matar israelíes.
Estos son los hechos. Desde entonces y hasta ahora, la mayor parte de la prensa y de las organizaciones humanitarias y pacifistas que infectan el planeta siempre han acusado a Israel de “bloquear”, matar y maltratar a los palestinos que desde Gaza asesinan a ciudadanos israelíes.
Hace dos años ocurrió uno de los más monstruosos ataques de Hamas contra la libertad de Israel. El 7 de octubre de 2023, soldados de Hamas sembraron el terror en Israel, mataron a más de mil personas y se llevaron secuestrados a 251 civiles de varios países. Puro terror injustificado.
La respuesta al grotesco ataque fue la misma que cualquier Estado democrático haría si es atacado. Israel invadió Gaza, descubriendo y destruyendo los campamentos de Hamas ubicados en hospitales y escuelas. Encontraron en Gaza más armas que aperos agrícolas.
Y sucedió lo que siempre ha sucedido —ya les conté hace unos meses—: la mayor parte de la prensa y el resto de quienes ya les señalé se rasgan las vestiduras, como en el episodio bíblico, por el “genocidio” que comete Israel en Gaza.
Niños muriendo de hambre porque Israel no deja pasar la ayuda alimenticia humanitaria, cuando en realidad es Hamas quien secuestra los camiones cargados. Además, llevan palos para alejar a los hambrientos.
Hace diez años vivían en esa franja medio millón de personas; si contamos los muertos que la prensa le achaca a Israel, ya no debe quedar casi nadie allí.
Pronto les contaré sobre Gazawood, el Hollywood palestino.
Es increíble que, a menos de dos años de la masacre de Hamas contra Israel, estando todavía muriendo de hambre un grupo de los secuestrados por los terroristas, la mayor parte del mundo haya convertido a los victimarios en víctimas y a quienes se defienden en genocidas. Increíble.
Si Israel odia tanto a los palestinos, al punto de querer exterminarlos, ¿por qué no ha hecho lo mismo con los palestinos de West Bank, a pesar de que matan israelíes esporádicamente?
Porque West Bank está gobernado por la Autoridad Palestina y Gaza por Hamas. Israel no odia a los palestinos, odia a los terroristas de Hamas que masacran a sus civiles y usan a los civiles palestinos como escudos de defensa.
En eso de la mala prensa, los cubanos libres estamos hermanados con Israel. En eso, y en el amor a la libertad. Desde 1959, el régimen del Orate ha salido victorioso en estigmatizar a las diversas generaciones de cubanos que han decidido ponerse del lado de la libertad.
Desde La Habana ha implantado una mentirosa “verdad virtual”: que si David contra Goliat, que si el “bloqueo”... Nos ha llamado gusanos, lumpen, escoria, vendepatrias, mafia de Miami, de todo.
Entre usted a Wikipedia y busque algún tema relativo a la lucha de los cubanos libres en contra de la dictadura que desgobierna su isla, y encontrará siempre un punto de vista favorable al Orate. Haga lo mismo con el tema de Gaza e Israel. Todo a favor de los terroristas.
Ahora los acusan de genocidio. Ojalá Netanyahu una a Israel desde el río Jordán hasta la costa de Gaza. Tendrá cuarenta kilómetros de playa, aunque también tendrá otros cuarenta años de conflicto.
Ese continuará perennemente, pero al menos los israelíes podrán asistir a un concierto sin que un islamista llegue de repente con un machete a destazarlo mientras grita Allahu Akbar.
No me cae bien Bibi, pero ojalá lo haga.
Genocidio también es el que la Junta de los Barrigones está aplicándoles a sus cautivos. De ese la prensa mundial tampoco habla.
Israel tendrá paz cuando una su territorio desde el Jordán hasta Rimal. Los cubanos la tendremos cuando, desde San Antonio a Maisí, reine la libertad.
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