martes, 12 de agosto de 2025

13 de agosto

 

Casa de la familia Castro Ruz en Birán

El 13 de agosto es una fecha que cada año me hacen recordar.

Por un lado, es el cumpleaños de mi hermosa prima Lily, uno de los pilares que sostienen la unidad de mi extensa familia. Felicidades, Lilita.

Por otro lado, es otro aniversario del glorioso Eagle Day o Adlertag. En ese día, en 1940, la Real Fuerza Aérea del Reino Unido logró, por primera vez de manera contundente, revertir el impulso nazi en la batalla aérea que se libraba sobre su territorio.

"Nunca tantos debieron tanto a tan pocos", dijo Winston Churchill.

Y en un entorno más cercano a mi existencia, además de mi primita linda, en este día, pero de 1926, nació el Orador Orate. Cuando aquello no oraba, sino que gritaba, imagino, pidiendo leche a su madre Lina. El padre no andaría muy cerca, imagino, pues estaría en su casa con su esposa María Luisa Argota.

María Luisa, por entonces, tenía treinta y siete años y había parido cinco hijos, de los que solo dos sobrevivieron. Ángel Castro, el padre del Orate, era un gallego de Láncara, en Lugo, a quien la vida le había sonreído en aquella Cuba libre y próspera.

De llegar sin un duro, en 1899, había logrado amasar una gran fortuna en tierras. Compraba bosques, los demolía y sembraba caña de azúcar. Hasta su propia línea de ferrocarril tenía. Que Cuba era Cuba.

Cuando nació el Orate, Ángel tenía cincuenta y dos años. Yo, que soy pichón de gallego, no de Lugo, sino de Lalín, muy cerca, les puedo asegurar que, si Ángel se sentía como me siento yo hoy, estaba listo para dar la batalla con Lina.

¿Quién es Lina? Lina es la madre del Orate y sirviente en casa de Ángel y María Luisa.

Bueno, lo había sido. Cuando parió al Orate, ya Ángel le había puesto su propia casa. El Orate era el tercer hijo de la pareja dispareja. Ángel le llevaba casi treinta años a Lina.

La pinareña —Lina era de Pinar del Río, al otro extremo de la isla— continuó dándole hijos a Ángel hasta que, cuando el Orate tenía diecisiete años, finalmente se casó con ella.

Para efectos prácticos, no tuvo efectos, pues el Orate y su medio hermano, apodado la China, nunca perdieron la condición de bastardos.

Y es así que Fidel Hipólito Ruz se cambió el nombre, a esa edad, a Fidel Alejandro Castro.

Su existencia nació torcida, como torcida fue su vida. Vertió sus complejos y frustraciones sobre la isla que lo vio nacer. Llevó a toda una nación al despeñadero por la que se arrojó al fracaso en que se hunde hoy.

Lo más triste es que hoy, en esa misma isla cautiva, y fuera de ella, haya imbéciles y malvados que celebren su nacimiento. Que rindan pleitesía a un Orate.

Un día como hoy, hace noventa y nueve años, el Orate chillaba pidiendo su leche. Seguramente nunca le faltó durante toda su vil existencia.

Gracias a su magna obra, hoy muchas madres cubanas no tienen manera de calmar el llanto de sus hijos pidiéndoles esa misma leche.

Nunca tantos sufrieron tanto por tan pocos... No lo dijo Churchill. Lo digo yo.

Felicidades, Lily, que este 13 de agosto también hay cosas buenas que celebrar.

1 comentario:

  1. Omar, mientras mi hija se prepara para ir al trabajo, le he leído tu post. Espero que a tus 50 y pico no tengas más hijos, pero si los tienes, seguro que van a ser bien cuidados, como bien cuidada estuvo tu hija y lo es tu nieto. Como dice un periodista argentino de apellido Bazán, Cuba no es un país normal.

    Cuba era un país normal, han sido los Castro, el orate y la china, quienes lo han destrozado y han hecho retroceder a una isla con un futuro próspero a la era de las cavernas, sin luz, sin comida, sin agua, sin medicinas...Por mi edad no lo veré, pero lo pagarán. Un abrazo, Tania

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