Si algo tenían los hermanos Castro, el Orate y la China, es que no tenían —ni tiene todavía, en el caso de la última— un pelo de tontos. Y miren que esos cabrones tenían pelos. La China es medio andrógina, pero en 1959, sin barba como su hermano, se hizo una de las primeras colas de caballo de la historia. Hay que reconocerles que fueron pioneros de la moda sesentera.
Y la China, también conocida como Raúl Castro, con sus noventa y cuatro años, y a pesar de los barriles de escocés que ha destilado su bilioso hígado, al parecer mantiene su mente en buen estado. Digo buen estado para él, no para los cubanos: para nosotros su Estado es vil.
Los genes gallegos mezclados con los de sangre pinareña son magníficos. Díganmelo a mí. Gracias a Dios y a mis padres.
Viendo la ineptitud y el adorable carisma de los Barrigones que dejó como fachadas del poder en la isla cautiva, el hijo menos agraciado, pero más rencoroso, de Lina Ruz sabe más por viejo que por diablo, y eso que hasta Lucifer lo envidia.
Como en los inmuebles y en los autos, ellos dos, el Orate y la China, siempre han tenido fusibles que quemar. A lo largo de la triste historia con la que cubrieron y extinguieron la vieja Cuba desde que la secuestraron en 1959, han quemado muchos fusibles.
Al principio de manera violenta. Desaparecieron al carismático Camilo Cienfuegos, metieron al recio Huber Matos en una mazmorra por treinta años, hasta dejarlo casi sin dientes, y mandaron al argentino asesino primero al Congo, a ver si lo mataban. Corrió tanto que tuvieron que desviarlo a Bolivia para que allí lo convirtieran en leyenda, y en cadáver.
Luego les llegó la etapa más burocrática, aunque tuvieron episodios nuevamente gansteriles, como los que el Orate barbudo tuvo durante sus tiempos en la Universidad de La Habana. En aquellos tiempos, ya dueño de Cuba, andaba en son de cobarde… y de abusador.
Fusibles burocráticos fueron Aníbal Escalante, Luis Orlando Domínguez, Carlos Aldana, Robertico Robaina, Felipe Pérez Roque —ejemplar lombrosiano, dice mi hermano Iván—, Carlos Lage y hasta la pelo cheo ministra Feitó, ciega ante los mendigos que su desgobierno produce, hace unos días.
La veta matarife la sacaron de vez en cuando, según la coyuntura. Cuando los descubrieron —que su cautiva isla era un centro de redistribución de drogas entre Colombia y Estados Unidos, un Amazon antimperialista de drogas—, se escabecharon a Arnaldo Ochoa, al gemelo Antonio de la Guardia, a varios de sus acólitos, y encarcelaron al gemelo Patricio y al perestroiko ministro Abrantes. Luego lo mataron, pero al modo ruso.
Lo que les quiero decir: ellos —bueno, él, la China, con su hijo tuerto por tonto, su nieto artrópodo, cangrejo, no sé, lombrosiano también— al parecer se están dando cuenta de que el Barrigón número 1, conocido por su mujer como Machi, por nosotros como "el puesto a dedo", y el número 2, de apellido oficial Marrero, y Marrano por su actuar, ya llegaron al nivel de fusibles.
La China, hija de Lina y hermana del Orate, lo dejó al frente del cártel comunista parasitario. Y sus ideas —no las debería llamar así, pero para ellos son ideas— han llevado a la fracasada isla del Orate y de la Chinita a niveles de Estado fallido.
A niveles de Haití. En la isla negra, el caudillo que la domina hoy en día es conocido como Barbecue: cocina a sus víctimas negras. En la cautiva, Díaz-Canel y Marrero, Barrigones 1 y 2, tienen toda la pinta de que van a ser devorados por la China, el cangrejo y el tuerto.
Ayer, o antier, no sé, la China mandó al Parlamento de las focas aplaudidoras a que eliminaran una ley que él mismo impuso, de que el presidente de la cautiva tenía que ser menor de sesenta años. Un cambió constitucional decidido por una sola persona. Así funciona la "democracia socialista".
Ni el Orate, cuando vivía, ni la China mueven a sus peones solo por su gusto. Los mueven por algo, casi siempre maquiavélico. El Barrigón número 1 sobrepasa esa edad, pero todo indica que su sustituto será uno de "ellos", de los de antes, de los que llegaron a tiros y que habrá que sacar a tiros. No lo digo yo, lo decían ellos: Guillermo García, Ramiro Valdés, ellos.
Si yo fuera Machi, el principal tontorrón, o Marrano, el segundo, pondría —no mi barba— mi panza a remojar.
Se lo merecen. Ineptos de mierda.
Son solo fusibles y están a punto de quemarse. Ellos son la fachada de los enemigos de la libertad y la prosperidad de Cuba. El verdadero enemigo es esa China casi centenaria, sus vástagos malignos y el conglomerado mafioso conocido como Gaesa.
Los que soñamos con una Cuba libre no nos hagamos ilusiones cuando, como el gil de Gil, estos dos gordos inútiles entren en la cárcel.
No será un cambio para mejorar a la cautiva. Solo será un acomodo más, cómodo para ellos.
Con este acomodo, Raúl y sus críos vuelven a demostrar quiénes son los que mandan, quiénes son los culpables de la miseria de los cubanos.
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