jueves, 10 de julio de 2025

Ahora sí vamos a construir el socialismo



El Orate y el Bonachón, que le quitó el petróleo y el mito.

Tenía yo diecisiete años cuando el Sabelotodo en Jefe decretó un Proceso de Rectificación de Errores y Tendencias Negativas. Viendo el nombre, uno pensaría que su puesta en marcha significaría que él y su camarilla tomarían un barco y, sin detenerse, llegarían al puerto de Vigo y de ahí a la aldea de donde el viejo Ángel, que de ángel solo tenía el nombre, nunca debió haber salido.

Ángel y Lina, los padres del Orate
 

Pues no. En eso de desilusionarnos, el individuo era un maestro. El Proceso consistía en culpar a otros de los desastres que durante tres décadas él mismo venía ejecutando.

La idea no le surgió de la nada, o solo por joder, como muchas de las cosas que durante su vida hizo.

Era 1986, y la URSS —país al que su islita venía chupando petróleo desde 1960— estaba dirigida ahora por un tal Gorbachov, un calvito bonachón (hasta rima), al que al parecer una paloma le había cagado en la calva. O así lucía. No era un defecto: le aportaba personalidad.

El defecto era que el tipo hablaba de transparencia, de reformas y —lo que es peor— de libertad.

El camaján caribeño tenía un buen olfato para todo lo que pudiera dañarlo, como lo tenía para dañar todo lo que pudiera. Curándose en salud, como dicen los mexicanos, empezó a preparar el terreno por si el temita de las reformas y la libertad se le arrimaba.

Y sí que lo alcanzó. Libertad y reformas allá; rectificación de errores aquí.

De represión y palos tenía una buena reserva. Su debilidad era que de petróleo no tenía una gota. Tampoco tenía a mano algún otro incauto a quien esquilmar, como el otro día les conté.

Empezó a hablar —nunca paraba de hablar— de "período especial en tiempo de paz" (eufemismo de crisis económica), de “desmerengamiento” (su acepción de democracia), y de “opción cero”, su manera de denominar el regreso de los cubanos a la edad de piedra.

En uno de aquellos largos discursos, en diciembre de 1986, terminó su perorata con un: "¡Ahora sí vamos a construir el socialismo!".


Pensaba yo: el sujeto llevaba tres décadas obligando a los cubanos a construir el mentado socialismo... Según él, ahora sí lo haría.

Ese día decidí que mi futuro no estaba en Cuba. No tengo sangre de constructor socialista.

Tenía yo diecisiete años.


1 comentario:

  1. Buenos días, Sixto, escribir un post diario ya pocos lo hacen. Así
    que por mi edad y por los años que llevo como periodista, primero
    en Bohemia y el ICRT y después en Cuba Press, considero que
    además de escritor y bloguero, también clasificas como periodista independiente. Habanero, como Luis Cino, Iván García y yo. Desde Lucerna te mando un abrazo, Tania Quintero Antúnez.

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