miércoles, 7 de mayo de 2025

Vampiros de La Habana

 

Desde 1960, Fidel Castro se percató de su inusual capacidad para embaucar, no solo a los cubanos, sino a media humanidad. Primero fue con los soviéticos, a quienes desangró durante treinta años seguidos. Petróleo, maquinaria, alimentos, todo lo imaginable, le permitieron mantener un país de atrezo mientras él se presumía como un gran líder mundial. Cuba-URSS, inquebrantable hermandad socialista.

En 1990 se acabó su diversión y, quedando a la deriva, les aplicó a los cubanos el infame "período especial". Como una garrapata cambiando de hospedador, abrió su isla a inversionistas extranjeros. La Habana se llenó de todo tipo de personajes de dudosa reputación. Cuba jinetera.

El 6 de diciembre de 1998, los venezolanos, sí, otros que querían "un cambio", eligieron al Arañero de Sabaneta, y el ácaro barbudo encontró a una más cercana víctima. Petróleo a cambio de clases de represión y de médicos agentes. Pero esta víctima solo le duró quince años. Un pólipo en el recto bolivariano se volvió contrarrevolucionario y se lo llevó con cincuenta y ocho años. Cuba y Venezuela, países hermanos.

Dispuesto a no quedar nuevamente al pairo, mientras él mismo luchaba con sus propios pólipos, movilizó a sus fuerzas (que en esto de reprimir y manipular los gobernantes cubanos no tienen competencia) y logró poner en la todavía caliente silla de Miraflores a un exalumno de la Ñico López (clase 1986-1987) llamado Nicolás Maduro. Si Chávez era bruto, este come hierba. 

Pues bien, como el socialismo, si dura mucho tiempo, llega al punto de colapso total, en Venezuela, que antes nadaba en gasolina, ya no se produce tanto crudo. Y tras veintisiete años, ya aprendieron a reprimir sin necesidad de ayuda.

En La Habana ya no está el barbudo, que ahora reside en una piedra, y las nuevas garrapatas, de especie Barrigona, andan en busca de un nuevo bovino. México les pinta bien. Ya veremos.

Mientras se les concreta la oportunidad, necesitan seguir chupando sangre. Ya no solo les succionan la dignidad, sino que también, literalmente, les chupan la sangre a los desdichados cubanos. No para emplearla en salvar las vidas de sus paisanos, no. Se las extraen para exportarla en forma de plasma. Dólares de sangre.

 No lo digo yo, lo dice el panfleto oficial Granma.

El problema es que ya casi no quedan cubanos, y, a los que quedan, ellos mismos los mantienen a medio morir de hambre. A ver que más les pueden succionar.




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