domingo, 15 de junio de 2025

Populismo fatuo

 


La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, viajará mañana a la 51ª Cumbre del Grupo de los Siete (G-7), que se celebrará en Kananaskis, Canadá. La señora, como pertenece al "pueblo" y es austera, volará a esa remota y pequeña ciudad canadiense en vuelos comerciales. Operados, además, por aerolíneas que no son de su país.

¿Se acuerdan de Mujica del Uruguay? Sheinbaum quiere aparentar ser como él, pero en versión hipócrita.

La presidenta de México, que porta el carisma de una hemorroide inflamada, llegó a ese puesto luego de una fraudulenta elección de Estado como candidata impuesta por su antecesor, Andrés Manuel López Obrador.

Para ello violó todas las leyes electorales vigentes y repartió tanto dinero, de manera ilegal, que duplicó la deuda pública de su país. Esto después de haber confiscado y dilapidado todos los fideicomisos del Estado, incluyendo los destinados a ser usados ante desastres naturales como terremotos o huracanes.

AMLO, como es conocido, es un viejo priista, así les dicen en México a los miembros del Partido Revolucionario Institucional que dominó el país durante medio siglo. Mario Vargas Llosa llamó a este período "la dictadura perfecta".

Después de muchas traiciones y de dedicarse dieciocho años a dividir al país, desgobernó México entre 2018 y 2024, de la mano de los grandes empresarios y de los cárteles del narco. Su efecto más nocivo es que se dedicó con éxito a desarmar sus instituciones.

El golpe final lo dio a través de su marioneta, la señora Sheinbaum. Después de cooptar el poder legislativo, el pasado 2 de junio destruyó por fin el judicial. Todo porque la Corte Suprema le impidió realizar algunas de sus más locas ideas y, como resentido y rencoroso al fin, también porque su presidenta no se levantó a saludarlo durante uno de sus actos.

Hoy el poder judicial mexicano está compuesto por personajes impuestos por el Gobierno a través de una elección ridícula. Es como si usted escogiera a su mejor amigo para que le realice esa operación a corazón abierto.

AMLO, a través de Sheinbaum, llevó a México de nuevo a la dictadura perfecta.

Ambos se las dan de austeros, pero en realidad despilfarran el dinero que no es de ellos, sino de todos los mexicanos.

Incluso antes de tomar posesión, AMLO canceló la construcción del mejor aeropuerto de América Latina. A medio construir y ya pagado. Ahora los mexicanos deben diez mil millones de dólares a los que financiaron la obra.

No solo eso: se encaprichó en construir otro aeropuerto. Lo hizo, a un costo de cuatro mil millones de dólares, en un sitio remoto al que nadie vuela. Y como nadie quiere volar desde allí, y el dinero no era suyo, creó una aerolínea estatal a un costo de mil millones de dólares. Dinero de los mexicanos.

 


En su austeridad y búsqueda de soberanía, también quiso ser soberano en el tema de combustibles. Y en vez de reparar las refinerías existentes, decidió construir una nueva en Tabasco, su estado natal. Luego de ocho años y un costo de veinte mil millones de dólares —él decía que costaría solo ocho—, todavía no se refina allí ni un barril de crudo. Lo que sí logró fue destruir un área natural de manglares.

Al viejito al parecer le gusta cortar árboles y también decidió construir un tren. Partió al medio la selva yucateca y construyó una vía férrea sobre miles de cenotes mayas. El Tren Maya, como le llaman, costó tres veces más que lo proyectado: veinticinco mil millones de dólares. Por cada peso que produce, el Estado le tiene que inyectar ciento doce pesos de subsidio. Nadie viaja en él y la selva está destruida.

 


Son austeros.

Pero volviendo al viaje en vuelo comercial de la señora Sheinbaum. Ella no puede viajar en avión presidencial porque los Estados Unidos Mexicanos, con una economía entre las primeras quince del mundo, no tiene uno.

Bueno, sí, lo tuvo, pero AMLO lo malbarató porque él es austero.

Su llegada a la presidencia en 2018 coincidió con la entrega de un nuevo Boeing 787-8. Había sido comprado por su antecesor y némesis, Felipe Calderón. Un contrato tan favorable a México que fue alabado en toda la industria de la aviación.

AMLO lo consideró un lujo y, después de años, y rifas que fueron un timo, lo vendió al gobierno de Tayikistán, perdiendo los mexicanos veintidós millones de dólares.

 


Ahora la presidenta austera, ejemplo de populismo fatuo, viajará a Canadá en un vuelo comercial.

Despilfarran como maniáticos el dinero público, pero se presentan como sacrificados adalides de su "pueblo".

Dictadores hipócritas es lo que son. Corderos ingenuos quienes los siguen.


Posdata: Mientras su equipo viajó a Calgary en un jet ejecutivo de la Marina, ella pasó once horas para llegar allí, en un avión comercial de Air Canada. Cuando llegó, Trump, su principal encuentro planificado, ya se había regresado a Washington D. C. Ella llegó el martes, él regresó el lunes en la noche. Perdió la oportunidad del esperado encuentro. El populismo, además de caro, es ineficiente.

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