En mi libro Se acabó la diversión les cuento paso a paso cómo el Orador Orate y su pandilla se fueron robando todas las propiedades de la próspera isla de Cuba. Se robaron de todo: refinerías de petróleo, termoeléctricas, empresas de telecomunicaciones, industrias de todo tipo, centrales azucareros, bancos, ferrocarriles, navieras, aerolíneas.
Se robaron de todo, les quitaron a sus legítimos dueños sus legítimas propiedades.
📺 Si no me quiere leer, véame, pero es peor. → Ver el video aquí.
Sesenta y seis años después, las refinerías casi no refinan; las termoeléctricas, ya obsoletas, no generan electricidad; los teléfonos malfuncionan y las televisoras solo transmiten propaganda. Las industrias que se robaron ya no existen, las desaparecieron a base de ineficiencia y desdén. Los centrales fueron demolidos, los bancos son un atolladero para dinero devaluado, los ferrocarriles se descarrilan, las navieras no tienen barcos y la única aerolínea no vuela.
Se robaron también mucha tierra, casi toda la tierra de la isla. Con ella se robaron miles de empresas agrícolas que producían alimentos de todo tipo: caña de azúcar, henequén, café, tabaco..., producían de todo. Se robaron millones de cabezas de ganado que producían carne y leche; millones de cerdos que producían carne y derivados; miles de millones de pollos y gallinas que producían carne y huevos.
Sesenta y seis años después, toda esa tierra robada está improductiva y poblada de marabú. No se producen alimentos de ningún tipo: ni caña de azúcar, ni henequén, ni café, y muy poco tabaco. No producen casi nada. Las millones de cabezas de ganado son hoy una menguada manada de animales flacos que no dan carne ni leche. Los cerdos pasaron de ser la comida tradicional a convertirse en una utopía perdida. Los pollos y los huevos tienen que comprárseles al vecino que los “bloquea”.
Se robaron también muchos edificios, todos los hoteles, las posadas, los restaurantes y las cafeterías.
Sesenta y seis años después, los edificios yacen en ruinas y las posadas desaparecieron.
Destruyeron las industrias, los ferrocarriles, las navieras y las aerolíneas. No pueden sembrar ni cosechar las tierras; solo les quedan los hoteles. A esos sí les han prestado atención, es un negocio más sencillo y genera dólares. A ellos les encantan los dólares.
Pero tampoco pueden con los hoteles. No solo con los que se robaron, sino con los que construyen con mano de obra importada. Bueno, los construyen con todo importado, pues en el páramo que desgobiernan no se produce nada.
No pueden con los hoteles. La Junta Militar de Barrigones, heredera de todo lo robado, solo sabe reprimir y hablar estupideces. Nunca han tenido un trabajo productivo. No tienen idea.
De tener la isla llena de turistas cuando Barack Hussein les abrió el futuro, ahora están llenos de hoteles vacíos de turistas, pero llenos de cucarachas, chinches, ratones y óxido. No por culpa del bloqueo, por culpa de ellos mismos, ineptos. No tienen idea de lo que es trabajar.
Por eso ahora andan repartiendo lo robado. Se lo robaron a cubanos para ofrecérselo a los extranjeros. Y se dicen dignos y soberanos.
Ahora, hace unos días, el autodenominado primer ministro Manuel “Marrano” Marrero ha dicho en una feria de turismo que, a partir de ahora, las empresas extranjeras que administran esos hoteles tendrán autonomía absoluta para operar.
Es decir —repito—, les robaron esos hoteles a los cubanos, legítimos propietarios, para entregárselos a españoles, chinos, rusos y cualquier extranjero malicioso que por allí se asome.
Siguen construyendo nuevos hoteles, mientras las ciudades se derrumban. Los construyen con dinero turbio y se los entregan a extranjeros.
¿Te das cuenta, cubano? Destruyeron todo, menos sus hoteles. Tú, cubano que allí sobrevives, solo eres un actor de reparto, uno secundario en el atrezo totalitario. Para ellos solo eres parte de la escenografía del turismo de la miseria.
Mañana llega Melissa; ellos irán a cuidar sus hoteles mientras te dirán que te cuidan a ti.


28 de Octubre. Aniversario 533 del descubrimiento de Cuba. Colón llegó a la playa de Bariay.
ResponderEliminar¨Se acabó la diversión¨, muy buen libro y una gran denuncia. En solo unos pocos años Castro y sus seguidores socavaron cuatro siglos y medio de proceso civilizatorio.