Yo escapé de la cautiva bastante joven, la verdad. Pero lo joven no me impidió aprender que todo lo que decían, con voz engolada, en el Noticiero Nacional de Televisión (NTV), o era mentira o uno —en este caso yo— tenía que hacer todo lo contrario de lo que allí “orientaban”.
📺 Si no me quiere leer, véame, pero es peor. → [Ver el video aquí].
Me acordé de esto el domingo temprano cuando leí que el Barrigón número 1, después de decir que “los reclamos de los cubanos son legítimos”, afirmó que “nadie está autorizado a cerrar una vía pública”. Y dijo esto porque los cautivos se están convirtiendo en cubanos ante el abandono de la junta militar de la que este panzotas es vocero.
Ante apagones de veinte horas, desabasto de agua, alimentos, medicinas, transporte y, sobre todo, de vergüenza, muchos cubanos han salido con cubetas, sillas y lo que encuentren a cerrar calles a manera de protesta. Y la gente en la calle aterra a esos panzones.
Desde tiempos del Orate recuerdo que decían: “La calle es de los revolucionarios”. Por eso llenaban las calles de corderos cada vez que podían. Contra cualquier cosa. Daba lo mismo que fueran contra cubanos que solo deseaban escapar de aquel manicomio, contra la “agresión imperialista”, contra el “bloqueo”, contra cualquier cosa. O a favor de cualquier cosa, daba igual. El asunto era llenar de corderos las calles.
Ahora estos barrigones no llenan ni un teatro. Digo, no es que tengan muchos teatros que aún estén de pie y con electricidad. Ellos sí tienen su teatro donde arman su teatro. Ellos sí tienen electricidad, sí tienen agua potable en sus llaves y duchas, sí tienen gasolina para sus vehículos refrigerados.
No llenan un teatro, pero tienen llenas las calles de basura pestilente. No quieren que sus cautivos cierren las calles cuando su propia desidia inmoral tiene muchas calles cerradas por montañas de basura, por escombros de los derrumbes o por baches infernales.
Los cautivos no se percatan de que esas amenazas desde esas reuniones que convocan son puro teatro. Puro miedo. Los oprimen cuando están a oscuras en sus casas, pero les temen cuando toman las calles.
Dicen que el hambre, el abandono y la falta de servicios básicos son “problemas”, que son culpa del “bloqueo”, y en vez de trabajar —como es deber de todo Estado que funcione— para garantizar esos servicios básicos, se reúnen para ver cómo sofocar el descontento y las protestas.
Yo les digo, gordos de mierda, que el descontento y las protestas se acabarán cuando esos cautivos se conviertan en cubanos y los echen de una vez y para siempre. Las calles no son de los “revolucionarios”, son de los ciudadanos. Son de los cubanos.
Tienen tanto miedo que, ayer, esos panzones inútiles e ineptos salieron a barrer un parque. Teatro puro, payasadas. No tienen solución al colapso, solo teatro. Hundidos en basura, ellos mismos son basura. Dense cuenta, cubanos: son basura improductiva. Solo basura que les esquilma la existencia. Un ser humano merece vivir, no solo sobrevivir.
No crean más en ese noticiero mentiroso. Miren a su alrededor, crean en ustedes. Ellos les tienen miedo.
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