Estados Unidos, al fin, ha declarado a Nicolás Maduro como "fugitivo del narcotráfico". Lo acusa de ser el líder del llamado Cártel de los Soles, una organización narcoterrorista dedicada a la producción y el tráfico de cocaína, al contrabando de combustibles y minerales, entre otras muchas ilegalidades.
Como los carteles mexicanos, pero estos son más fuertes en el tema del fentanilo y la trata de personas.
Como los carteles mexicanos, el de los Soles cuenta entre sus integrantes a una parte considerable del gobierno bolivariano iniciado por el ahora difunto Hugo Chávez.
Como Trump no es Biden, declaró hace un tiempo a muchos carteles mexicanos como organizaciones terroristas, a nivel de Al-Qaeda, y ya sabemos cómo terminaron.
Ahora puso una recompensa sobre el cabezón de Maduro: cincuenta millones de dólares, lo mismo que ofrecía por Bin Laden, y ya sabemos cómo terminó.
A Manuel Noriega también lo acusaron de narcotraficante, y ya sabemos cómo terminó.
Pero respecto al venezolano, Estados Unidos no se quedó solo en el ofrecimiento monetario por la captura del bufón. Le plantó frente a la costa norte de Venezuela a tres modernos destructores cargados de misiles Aegis. No solo de misiles y drones, también cargados de jóvenes marines.
El líder del narcoestado y del Cártel de los Soles, secundado por sus compinches, salió, como salía el Orate en sus tiempos, pero el venezolano con menos carisma, a bravuconear que ya movilizó a cuatro millones de milicianos.
Un tipo que solo obtuvo como tres millones de votos en la elección que se robó hace unos meses.
Respondió tal y como lo entrenaron en la escuela del Partido Comunista de Cuba, la Ñico López, o en la otra que había por el barrio de San Agustín.
Y me sorprende algo. Me sorprende que desde La Habana, que es el centro de mando de todo lo que afecte a Estados Unidos, no ha salido ni un sonido. Ni una protesta, de esas sobre la soberanía y el imperialismo.
Díaz-Canel calladito, Bruno Rodríguez quietecito. Como esos perritos que, al ser sorprendidos haciendo una travesura, ponen cara de "yo no fui" y miran hacia otro lado.
¿Por qué será?
La fiscal Pam Bondi, que tiene en prisión a casi un centenar de capos mexicanos hablando hasta por los codos, ha acusado al régimen venezolano de operar un puente aéreo entre Venezuela, Guatemala, Honduras y México.
Los aviones no llevan turistas o ayuda humanitaria. Van cargados de terroristas, de cocaína y de fentanilo. No dude usted que de armas también.
Hace unos días, el 15 de agosto de 2025, un avión militar venezolano despegó de Caracas y aterrizó en Toluca, al oeste de la Ciudad de México. Allí pernoctó. Al día siguiente despegó, no de regreso a Caracas: se dirigió a La Habana.
¿Qué llevaría? ¿Qué habrá cargado en la tierra de los Barrigones?
Bueno, allí no hay nada que cargar, solo maldad. Quizás solo desembarcaron ratas que huyen del barco que naufraga.
Díaz-Canel, Bruno, Murillo, ¿por qué están tan calladitos? Lo verán pronto convocando alguna de esas cumbres latinoamericanas para apoyar al narco Maduro.
Rusia y China sin chistar. Quietecitos.
Donald, la isla cautiva está ubicada entre Estados Unidos y Venezuela, ¿qué tal si nuestros marines hacen una escala técnica?
Dale, chico, para que finalmente salga el sol en la isla desde donde dirigen al Cártel de los Soles.




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