El régimen del Orador Orate estuvo relacionado con el narcotráfico al menos desde principios de los años 1980. El Orate ofreció su cautiva isla a los carteles colombianos para que la utilizaran como base logística en su ruta hacia Estados Unidos. A él siempre le gustaron los dólares.
Es más, no solo le entraban billetes verdes, sino que también sentía satisfacción en cualquier cosa que significara joder a los "yanquis". Cobardón como siempre, cuando estos se enteraron de su narcogarito, cerró de inmediato el negocio. Pregúntenle a Arnaldo Ochoa y a Patricio de la Guardia.
Como el ladrón que grita: "¡Atajen al ladrón!", fusiló a cuatro secuaces y colorín colorado.
Esto no significó que no diera cobijo a cuanto delincuente se le apareciera con una maleta de dinero mal habido. Les daba cobijo y les descobijaba el efectivo más pronto que tarde. Pregúntenle a Robert Vesco.
Hasta ahora, la Junta de los Barrigones que se instaló después de que el tirano barbudo estiró la pata y su hermana verde olivo se retiró a su iluminado cayo, no había dado indicios de meterse en el negocio de las drogas. Siguen odiando a Estados Unidos; no necesitan drogas para dañarlos, para eso mandan cientos de miles de sus cautivos a la frontera sur con México a que crucen.
El Orate cobraba en efectivo el tráfico de drogas; los Panzones reciben millones de dólares en remesas, boletos de avión, impuestos aduanales y entrega de paquetes enviados por la mayoría de esos cientos de miles de cubanos que, aunque ahora libres, siguen cautivos. Cobran en efectivo y por transferencias: se han modernizado.
Hasta ahora.
Resulta que en México, bajo el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, el poder de los carteles del narcotráfico creció exponencialmente. AMLO les ofreció "abrazos en vez de balazos". También les abrió las aduanas para que importaran precursores químicos para la producción de fentanilo, la adictiva droga que mata a más de cien mil norteamericanos cada año. Los llevan desde China.
Vamos, que a China también le gusta ver norteamericanos enajenados o muertos.
Pero llegó Trump, cerró la frontera y empezó a presionar a Claudia Sheinbaum, la sucesora y pupila de AMLO, para que, de una vez, combatiera la fabricación y tráfico de drogas en su país. AMLO decía que en México no se producía fentanilo; el gobierno de la señora ha decomisado, de mala gana, alrededor de 130 toneladas de drogas, más de un millón de pastillas de fentanilo y detenido a quince mil personas.
Y eso que no se fabricaban.
Vale destacar que no ha detenido a nadie del gobierno, acusado de colusión con los carteles. Incluso el secretario de Gobernación de AMLO está acusado de ser líder del grupo criminal conocido como la Barredora. Hoy es presidente del Senado.
Pues Claudia, a través de su secretario de Seguridad Pública, ha estado combatiendo más que su antecesor el negocio del narco. Y eso incluye el contrabando de sus precursores.
Es así que el año pasado arrestaron a un ciudadano chino residente en México acusado de importar precursores, fabricar drogas, introducirlas a Estados Unidos y lavar las utilidades resultantes. Un narco profesional.
Lo metieron en una prisión de máxima seguridad. Pero como México es México, un juez le concedió la prisión domiciliaria y lo mandó a su casa, en la alcaldía Tlalpán de la capital.
Este 11 de julio, un tribunal de Atlanta solicitó a México la extradición de Zhi Dong Zhang —así se llama el chino, aunque tiene casi una decena de alias—. Ese mismo día se desapareció el chino. Se escapó por un túnel a la casa de atrás, que también era de su propiedad. Así de eficiente es la policía en México.
Dicen las autoridades norteamericanas que ya no está en México. Que escapó a través de Nicaragua o Panamá y ahora es protegido de los Panzones habaneros.
Al menos eso dice The Wall Street Journal. También le preguntaron a los Barrigones y ni lo aceptan ni lo niegan.
Cuba y México, cada día mas hermanados.
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