El domingo pasado, aburrido, feliz por mi vida, triste por mi Cuba, tropecé con el nuevo programa de Juan Manuel Cao, un tipo que me cae muy bien, desde que desfondó el intestino del Orate hace unos años. Tenía con él unos invitados que estaban de acuerdo en seguir mandando dinero a los cautivos de la cautiva.
Tengo sentimientos encontrados sobre el tema.
También opinaron un poco raro de Noticias Martí, el más antiguo faro de democracia que reciben los cubanos en la cautiva. Ya les contaré lo importante que fue para mí "recibir información y diseminarla en medio de otros hombres que se la respeten".
Y hablaban de una posible invasión a la cautiva. Que si Trump no quiere guerras, que si esto, que si lo otro. Que si Trump no quiere sangre.
Yo siempre he dicho, desde que vivía en la cautiva, que si la 82nd, la de Granada, bombardeara La Habana con los food trucks que están en cada gasolinera de Miami, la dictadura de los Barrigones se diluiría sin ni siquiera un tiro.
Ni un tiro de suicidio. Los tiempos de Haydée Santamaría, de Osvaldo Dorticós, de otros a los que al menos les quedaba algo de vergüenza y se suicidaron, ya pasaron. Los Barrigones son muy cobardes para suicidarse y muy sinvergüenzas para morir con algo de honor.
Todo esto, de lo miedosos que son, me hizo recordar a los túneles del Orate. Batista construyó tres túneles en La Habana. Su paisano barbudo construyó miles. La diferencia estriba en que los del primero siguen siendo útiles; los del Orate siempre fueron inútiles.
En 1980, Ronald Reagan ganó la elección al manisero de Georgia, al que durante cuatro años el Orate le había hecho la vida imposible. Años después, acobardado como siempre ante el peligro, el barbudo del Mercedes blindado nos ordenó a todos sus cautivos —yo lo era por entonces— a cavar túneles para prepararnos para la guerra. Para la 82nd.
Estaba que se cagaba de miedo. El actor de buen humor y el ruso bonachón se la pasaban de reunión en reunión, y él pensó que iban a hacerlo ficha de cambio. Ya le había sucedido en 1962, cuando Nikita le quitó los cohetes.
A mi amigo Pedro y a mí nos mandaron a cavar uno por allá por la calle 100. "Masturbaciones estratégicas del comandante", "anestesia para un pueblo defraudado y burlado", así llamó el general Del Pino a aquel insensato desperdicio de tiempo y dinero.
Solo estuvimos un día. Mis artes, no marciales sino comerciales, me permitieron sobornar al encargado de aquella mina inútil y nos pudimos ir a nuestras casas por dos semanas. "Escóndanse", nos dijo. Por supuesto, yo no me escondí; las aproveché para seguir en el negocio.
Incluso regresamos a nuestros empleos con certificados de "vanguardia".
Si la 82nd cae en La Habana, bombardeando sándwiches capitalistas, ya veremos al Panzón número 1 comiendo pan con bistec, disfrazado de jardinero. Ya lo mandaremos a su cadalso. Y a Marrano, y a los otros. Ojalá Ramirito no se nos muera antes. Ni Guillermo.
Sandro el mono y sus progenitores también conocerán lo que es trabajar, ganarse el pan.
Estados Unidos intervino repetidamente en Cuba durante su historia republicana, hasta se arrepintieron de habernos ayudado a independizarnos de España. También lo hizo en Haití, México, República Dominicana, Nicaragua, Granada... esto solo en el Caribe.
Tienen de vecino a una isla totalitaria que hace sesenta y cinco años les decomisó miles de millones de dólares en inversiones, exilió a millones de cubanos y se ha dedicado todo ese tiempo a inventar todo tipo de tretas para afectar sus intereses nacionales.
Cuba es hoy un Estado fallido, dominado por una Junta paramilitar que comete un genocidio. Genocidio generalizado, peor que el del general Valeriano Weyler —que era malísimo, pero no tanto como lo pintan—, ya les contaré.
¿Qué coño espera Trump para quitarse ese quiste de los huevos? Coño, si aquello es un atrezo de teatro bufo.
No sería catalogada ni como invasión. Más bien sería una intervención humanitaria. Una luz al final del túnel que llevamos cavando hace sesenta y seis años.
Mientras tanto, ellos, los Panzones, siguen perseverantes, contagiando al mundo con su ponzoña comunista: Nicaragua, Venezuela, Colombia, Ecuador, Honduras, México, en las universidades y en cuanta organización anticapitalista encuentran en su incansable búsqueda.
Perseveran.
Trump, coño, tíranos un cabo.
Omar, has recordado una de las locuras castristas. Un amigo madrileño que en 2017 viajó a La Habana quedó 'flipado' cuando la guía de turismo lo llevó a un túnel que han dejado de exhibición en el Hotel Nacional. Como dicen los andaluces: pa'mear y no echar gota. Lo otro es que a falta de posadas y sitios para 'hacer el amor' como dios manda, las parejas se metían en esos túneles. No solo te leo todos los días, también le doy links a tus posts en mis Taniapress.
ResponderEliminarAbrazos desde Lucerna, Tania Quintero
Tania, ahí, debajo de esa loma, estaba la cueva de Tángana desde el siglo XVII. Por eso la gasolinera se llama el Tángana.
EliminarNo recuerdo qué estaba haciendo en ese año nefasto, como si el resto de los 60 y tantos hubieran sido mejores, que no fuí enviado a cavar túneles. ¡Qué cosa tan estúpida! Lo que pocos saben es que otro orate, de apellido Ceaucescu, también ordenó cavar túneles en la sufrida Rumanía. Vete a ver quién le copió a quién. No me pierdo tus posteos y casi todos los reenvío a amigos. Valen la pena. Gracias.
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