Dice ella que en la isla cautiva no hay mendigos, que esos cientos de personas que desde aquí vemos en fotos hurgando en los basureros, o los ancianos durmiendo en la calle o vendiendo tornillos oxidados y desechos de metal, dice ella que son "disfrazados".
En un país —si aún se le puede llamar así a la pocilga en la que convirtieron a la vieja Cuba— en el que los acueductos no llevan agua, las cloacas se llenan de mierda, los cables no transmiten electricidad, los alimentos son una fantasía y las medicinas un recuerdo de antaño, la ministra de Trabajo y Seguridad Social de la Junta de los Barrigones dice, con toda naturalidad, que los mendigos, la miseria, son "un patrón que nos quieren imponer".
¿Imponer? ¿Quién?
La Junta vil que ella representa, continuadora de manera aún más torpe de las idioteces destructivas del Orador Orate, es la que le impone a sus oprimidos las condiciones infrahumanas en las que los obliga a sobrevivir. Condiciones que matan, asesinan a personas inocentes, condenadas solo por tener que pernoctar bajo el derruido techo en el que pernoctan.
Hace unos días, uno de esos techos mató a toda una familia, incluso a una bella e inocente niña. Malditos.
Techos que ellos mismos no permiten reparar. Primero, porque no hay cemento, arena, varillas, ni un solo material de construcción. Segundo, porque los pocos disponibles solo están disponibles para los pocos que pueden pagarlos. Y tercero, porque si alguien arregla su casa de manera perceptible, la policía y los inspectores le convierten la vida en un infierno.
No solo tienen que intentar dormir en sus raídos colchones, bajo nubes de mosquitos criados —eso sí, con éxito— en los fétidos basureros que se extienden en todas las zonas urbanas. No, también los obligan a dormir con sus estómagos vacíos que contrastan con las barrigas de los ineptos que los oprimen.
Para la señora Marta Elena Feitó —así se llama la feíta ministra— los cubanos fingen ser pobres.
"Hemos visto personas, aparentemente mendigos, cuando usted les mira las manos, cuando usted les mira las ropas que llevan, esas personas están disfrazadas de mendigos. No son mendigos, en Cuba no hay mendigos. Encontraron un modo de vida fácil para ganar dinero y no trabajar con las formalidades que corresponde.
Normalmente le decimos conducta deambulante a cualquier cosa. Por ejemplo, cuando hay una persona que está en la calle limpiando parabrisas (…) es una persona que ha buscado un modo de vida fácil, en un semáforo limpiando parabrisas, y posiblemente después con ese dinero lo que va es a tomar bebidas alcohólicas en la esquina".
Lo reproduzco textual porque, quizás, conociendo mi repugnancia hacia esos Panzones, creerían que exagero.
Dijo que hay que "combartirlos", que son un "flagelo". Que "bajar la ventanilla" para darles dinero no es correcto. ¿Ventanilla?¿De qué? ¿Del almendrón? ¿Del bicitaxi? ¿De la bicicleta china oxidada?
Los corderos de la inútil reunión donde la insensible expuso estas sandeces aprobaron y aplaudieron sus estúpidos dichos, como focas amaestradas.
Están desconectados de la realidad miserable que han implantado. Evidentemente, ella circula por las ruinosas calles de La Habana en un auto con aire acondicionado. Auto que no adquirió con el sudor de su trabajo, sino con el sudor de aquellos a quienes su Junta oprime y mancilla. O con los dólares de los antes "gusanos".
Racista, clasista, insensible, inepta, pero sobre todo sinvergüenza.
Para colmo quiere que paguen impuestos por comer de la basura.
En cualquier país decente —quiero decir con democracia funcional—, la ministra ya hubiera sido obligada a renunciar en medio de la repulsa nacional.
En Cuba no. En la isla cautiva, el Barrigón número 1 —inepto, insensible, racista y clasista como ella— salió a decir, con su acostumbrado lenguaje rebuscado en estupidez, que es "muy cuestionable la falta de sensibilidad en el enfoque de la vulnerabilidad".
No la mencionó por su nombre. La miseria con la que somete a sus cautivos se llama para él "vulnerabilidad".
No me canso de repetirlo, pues ellos no se cansan de demostrarlo: son unos ineptos y, además, hijos de puta.
Ella será una insensible, él es un hipócrita.
Y, si lo pensamos bien, ella también es hipócrita. Su hijo Alejandro vive entre nosotros, en libertad, con comida, electricidad y medicinas. Entró en 2024 junto a la horda con que los Barrigones nos inundaron.
Y aquí sigue.
Como decía mi abuela: "Cambiados por mierda, perdemos el envase".
Hoy la obligaron a renunciar. Muy bien. El problema es que no renuncian a mantenerlos miserables.
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