Los asesinatos de Charlie Kirk e Iryna Zarutzka, como los de Melissa Hortman y su esposo, me han puesto a pensar en un fenómeno en el que estamos inmersos y del que muchos no nos damos cuenta. En estos dos últimos días me he reunido con dos personas muy inteligentes para conversar de mi libro Se acabó la diversión y de muchos otros temas interesantes.
Para esas reuniones, he tenido que romper mi muy aburrida, pero deliciosa, rutina. He tenido que regresar a casa en medio del tráfico vespertino. Aquí, en la capital de los cubanos libres, el éxito de la civilización occidental, la libertad y el capitalismo es visible en ese tráfico infernal.
Tráfico que, por cierto, ocurría en La Habana en 1958. Una molesta señal del éxito de una sociedad.
Sentado ahí en mi viejo auto —más bien trabado, entre miles de vehículos, añorando mi taburete bajo el bohío de mis tardes—, me pongo a pensar en por qué estamos viviendo en una sociedad en la que, evidentemente, la juventud está siendo adoctrinada. No sé por quiénes, aunque sí veo lo que buscan.
En Cuba, en 1925, se fundó el Partido Comunista. Como citó el escritor Juan Abreu hace unos días en su blog Emanaciones, en esa época los comunistas actuaban así:
El Partido Comunista es en esencia una sociedad secreta. En sus métodos y en su mentalidad presenta una sorprendente semejanza con una pandilla del hampa. Teme a la luz del día, se alimenta del engaño y de la conspiración y gobierna a través de la intimidación y el terror.
Simón Leys
Y así actuaron siempre, ellos siempre fueron pacientes. Treinta y cuatro años después de fundado aquel partido, los comunistas cubanos —que eran media Cuba, por cierto, no serían militantes, pero sí simpatizantes de su ideología— se subieron al fenómeno llamado Fidel Castro y miren cómo está la isla cautiva al día de hoy (o más bien a la noche, que es en la que viven sus pobres habitantes).
Como dice Abreu, hoy ya no actúan así. Hoy andan por la calle del medio y estos asesinatos son la manifestación práctica del adoctrinamiento que se está ejecutando en las escuelas, desde la educación primaria donde enseñan a los niños temas sexuales y de cambio de sexo hasta las universidades donde tachan de fascista a todo el que comulgue con el éxito debido al esfuerzo individual, a la libre empresa, a la libertad del ciudadano, al respeto al derecho ajeno, a la libre expresión.
Les enseñan un dogma. Charlie Kirk era un excelente polemista y un provocador, un maestro del debate, basándose en el sentido común. Los adoctrinados no podían rebatirlo con palabras. Lo tuvieron que hacer con una 30.06. Apretó el gatillo de ese Mauser un adoctrinado.
Balas contra palabras.
Lo peor es la reacción de muchos de estos chicos ante el asesinato. Alegría, celebración, asumen matar a las personas por sus palabras y por sus ideas. Les digo, ellos son pacientes.
Y ellos no son solo los comunistas, el comunismo es solo una parte de esta nueva ideología a la que todavía no le encuentro el nombre. Lo haré y me haré famoso.
Como dijo Nikita Kruschev hace una pila de años, esta sociedad está siendo roída desde adentro. El sistema educativo, la mayoría de la prensa y la industria del entretenimiento, entre otros, están royéndola desde sus propias entrañas.
La KGB las llamaba “medidas activas”, cambiar la percepción de la realidad. Que, aunque los hechos demuestren algo, el pensamiento binario inoculado en millones de mentes lo interprete de una manera manipulada. Y, al parecer, han tenido éxito.
No crean que este fenómeno se manifiesta solo del lado de la “izquierda”. Del otro lado miren a Trump y compañía, menos dañinos, pero igual de polarizadores. A una acción, una reacción. A ver hasta dónde topamos.
Esta civilización occidental, la nuestra, parece un dinosaurio camino a la extinción. Desde dentro atacada por lo que les acabo de comentar. Y a balazos y con cohetes tiene en contra a Putin, Xi, Kim y compañía.
Con comercio desleal y robo de tecnología tiene de enemigos a los chinos y a medio mundo. Con drogas exterminadoras tiene en contra a México, Venezuela, Colombia, Perú, Ecuador y quién sabe quién más.
De Europa, madre y antiguo bastión de esta civilización, ni les digo. Décadas desarmándose, que si la paz, que si el medio ambiente, que si la inclusividad.
Tan inclusivos son que aún hoy abren sus brazos a decenas de miles de inmigrantes musulmanes, casi todos hombres, que llegan a sus ciudades y se integran. No se integran a la cultura que los acoge, la cultura occidental. Se integran al gueto.
No respetan las costumbres locales, mucho menos las religiones tradicionales de los locales. Ocupan las calles para sus rezos hacia la Meca y entran a las iglesias en medio de una misa a gritar por Palestina.
Ah, y a tener hijos, muchos. Futuros votantes y músculo en las calles.
Y la prensa es cómplice: Israel es malo, se la pasan hablando de los pobres palestinos, pero no dicen nada de los rehenes israelíes, mucho menos de las matanzas de cristianos en Nigeria o en otros lugares tristes de este planeta.
Son una secta, variada, heterogénea, diversa, pero todos, a su manera, actúan en contra de la civilización occidental. La de la democracia, la libertad y el capitalismo.
No proponen construir nada, solo destruir lo presente. Nuestro modo de vida, imperfecto, pero menos malo que el del resto de este planeta.
Como Mussolini, como Hitler, como Chávez, como Ortega, como Andrés Manuel, trepan al poder gracias a la democracia y enseguida se dedican a demolerla para instaurar la autocracia y la dictadura.
En Europa, la dictadura no solo será política, si sigue esta tendencia será racial y religiosa.
Cuando, en el año 476, cayó el último emperador romano ante los germanos, la civilización occidental se sumió en mil años de oscuridad. Un milenio, y millones de muertos, le tomó empezar a sacar la cabeza hacia la luz.
Miren a la isla cautiva, sesenta y seis años de demolida la democracia y la libertad la mantienen en la oscuridad. Oscuridad literal, sesenta y seis años de socialismo totalitario ha hecho que hasta las termoeléctricas se rindan.
En resumen, la civilización occidental está siendo corroída desde dentro, atacada desde fuera y, con el caballo de Troya de la inmigración, las condiciones para una tormenta demoledora están ahí, a la vista.
Aquí matan a Charlie por expresar sus ideas, allá acuchillan a los caricaturistas de Charlie Hebdo en nombre de Alá. Mientras, las universidades adoctrinan, las pateras desembarcan musulmanes en las costas de Europa, y Putin, Xi y Kim se preparan para el banquete de graduación.
Yo que pensaba tener un retiro tranquilo, coño.


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